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«No tenemos conciencia del valor de negocio del castaño del Bierzo»

Pablo Linares, ayer, en el parque de la Provincia del Bierzo. DE LA MATA

Ponferrada

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A las puertas de Biocastanea, el mayor escaparate del cultivo de la castaña en la comarca, el presidente de la Mesa del Castaño del Bierzo, Pablo Linares, analiza el momento del sector.

—¿Qué objetivo tiene este año Biocastanea?

—El objetivo de Biocastanea, y con ese reto nació, es doble. Por un lado, acercar el conocimiento sobre el castaño al Bierzo. Hemos tenido a los mejores expertos. Sin embargo, siendo uno de los cultivos más tradicionales, o el que más, hay mucho desconocimiento sobre él. No es como otros sectores. Por otro lado, queremos visibilizar el castaño. Somos la segunda zona productora de España en volumen y éramos muy poco conocidos. Íbamos como castaña gallega, no del Bierzo. Después de esos 14 años, creo que el segundo objetivo está cumplido. Biocastanea es un referente a nivel internacional y hemos puesto la castaña del Bierzo en el mapa, aunque hay que seguir trabajando. En el primer objetivo, en cambio, formar a los productores, yo sigo con una espinita clavada porque en estos 14 años ha venido absolutamente lo mejor y la gente más importante a nivel técnico e investigador de todo el mundo, y sigo echando de menos más participación local. En las Jornadas Técnicas de la Universidad, la mayor parte de los participantes son de fuera, no es gente del Bierzo. Vienen de Asturias, Andalucía... Obviamente, vamos a avanzando.

—¿Tiene que ver, en su opinión, con una falta de profesionalización del sector en el Bierzo?

—Sí. Es el sector que más atomizado está. Tenemos unas 18.000 hectáreas de castaños, pero a ciencia cierta no sabemos cuántos productores hay en la comarca. Si estamos hablando de 120.000 personas, a lo mejor 80.000 lo son, porque casi todo el mundo en el Bierzo tiene algún castaño, y eso hace difícil profesionalizar el sector. Son volúmenes pequeños. Podemos hablar en total de un negocio de 12 millones de euros en las primeras fases de la castaña: recolección, secado.... en una campaña normal. No es una cifra desdeñable en un periodo muy corto de tiempo, de mes y medio. No tenemos esa idea de que la castaña pueda producir ese dinero porque está tan sumamente repartido, atomizado, que al final son cantidades muy pequeñitas y no tenemos conciencia del valor de negocio. Por eso tratamos de trabajar en la agrupación de productores.

—Son producciones familiares que si se declaran son más bien un problema.

—Bueno, realmente aquel que se dedica a la comercialización debe declarar todos los ingresos, igual que los demás. Hay, a veces, una percepción de que es un problema el hacerlo bien cuando no va a variar nada, porque son cantidades tan pequeñas que no van a tener una repercusión significativa para ninguno de ellos, a nivel fiscal... También sería una manera de demostrar lo que el sector aporta, que merece la pena empujar. Eso cada vez se está entendiendo más. Es el camino a seguir. No se si algo bueno o malo, pero también se está generando una concentración natural. A medida que se va retirando la gente de más edad, va surgiendo gente que coge más superficie de castaños. Lo vemos en cada pueblo. Es un proceso de concentración y nos puede ayudar a la hora de la profesionalización.

—Otro reto es que no se venda a granel tanto y se incentive la transformación.

—Para mí es uno de los grandes problemas que tenemos en el sector. Va asociado a ese minifundismo. Si no trasformamos el producto, nos estamos quedando con una parte pequeñita de ese beneficio económico. La castaña es uno de los productos más versátiles. Admite infinidad de posibilidades. Estamos vendiendo a granel. No sé ahora mismo la cifra exacta, pero apenas estamos vendiendo un 20% de producto elaborado, y con eso perdemos visibilidad, perdemos diferenciación en el mercado y perdemos sacarle más rendimiento. Si unimos que lo que vendemos a granel va a transformación en otros territorios, nos estamos quedando con la menor parte. Tendríamos que cambiarlo. Falla tener una producción más organizada.

—¿Y hay iniciativas?

- Sí. Hace unos años comenzó una industria a congelar castañas y ya tiene un volumen considerable y unas instalaciones punteras... Algo vamos haciendo. En un año normal producimos 8, 9 millones de kilos y aún así, con estos proyectos y los que están encima de la mesa, no estamos trabajando más allá de un 20%, por lo que tenemos muchas posibilidades. Y, además, es una transformación básica, cuando a partir de ahí hay una segunda gama. Salvo muy pocas empresas, en el Bierzo no tenemos un abanico grande cuando es un producto ideal.

—Sobre los problemas de plagas, ¿en qué momento se está?

—El castaño, ahora mismo, está pasando una mala época. Llevamos encadenando una serie de problemas fitosanitarios, sobre todo plagas y enfermedades, que es está lastrando su desarrollo. Veníamos de una décadas muy buena, donde habíamos conseguido estabilizar unos precios razonables para el productor, que compensaba mantener los castaños y hacer rentable el producto, y eso hace que la gente se desmoralice. Primero ha sido la avispilla y ahora el hongo de la gnomoniopsis y nos está afectando. Viene porque el castaño está sufriendo más que nadie las inclemencias y las variaciones climáticas. Al ser un cultivo de secano, aunque en el Bierzo no podamos hablar este año de un problema de sequía, sí en general está cambiando el régimen de distribución de lluvias. Antes eran más constantes, cada poco tiempo, y ahora estamos viendo que el periodo seco es mayor. Puede llover mucho una temporada, como ahora, y luego vienen una época de tres meses sin caer una gota, cuando antes era más habitual que cada 15 días te viniera uno de agua. El castaño lo está sufriendo bastante y, por otra parte, la globalización, a nivel de agricultura, conlleva también la globalización de las plagas. Plagas que antes no existían en nuestras latitudes, te llegan ahora. Y son plagas que el árbol desconoce para defenderse. Yo estoy convencido de que es transitoria. Si algo tiene el castaño a lo largo de la Historia, es que es uno de los árboles que mejor sabe adaptarse a los cambios. En el Bierzo sabemos que estaba antes de que llegaran los romanos y ha sabido navegando hasta hoy. Un ejemplo lo vemos con el hongo del chancro, que ha sido y sigue siendo uno de los principales problemas sanitarios. No ha sido capaz de acabar con él.

—Ha sido una mala cosecha.

—Sí, al principio fue horrible aunque se está mejorando. El mayor problema ha sido este hongo de la gnomoniopsis. Vamos a decir que ha sido muy mala. Hemos perdido el 50% de la campaña. La próxima semana lo valoraremos.

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