Maestros con discapacidad intelectual que ponen garbanzos en los zapatos
Cinco usuarios de Asprona Bierzo se convierten en divulgadores de conceptos como la inclusión, la accesibilidad cognitiva y la lectura fácil y en contadores de una historia común de superación
Caminar con garbanzos en los zapatos o con chalecos y muñequeras con peso que desequilibran el cuerpo, escribir con los ojos tapados, tratar de seguir una clase sin poder oír y dibujar algo en una pizarra cuando el brazo no es ligero. Nada de esto fue sencillo pero sí circunstancial para una docena de alumnos del Grado de Formación Profesional de Servicios Administrativos del Instituto Señor de Bembibre (Bembibre). Para ellos fue una prueba. No así para sus docentes, que enfrentan el día a día con una discapacidad intelectual que quisieron compartir para hacer entender a otros cómo es la rutina bajo su piel.
Marco, Senín (Arsenio), José, Juan y Seru (Sergio) son cinco usuarios del Centro de Día Las Candelas que Asprona gestiona en Torre del Bierzo. Los cinco se han convertido en maestros y divulgadores para mostrar de primera mano qué es la discapacidad, cuáles son sus limitaciones y dónde están los verdaderos límites. Sus alumnos fueron jóvenes de entre 16 y 18 años y la inclusión, la lectura fácil y la accesibilidad cognitiva, las materias de estudio en una sesión de dos horas en la que hubo teoría y hubo práctica.
Para todos fue un reto. Los estudiantes del Señor de Bembibre se enfrentaron a una realidad desconocida que les ayudó a comprender mejor a quienes tenían enfrente y éstos volvieron a romper la barrera de una palabra, discapacidad, que es tan flexible como ellos quieran. Ensayaron mucho para poder comunicar lo que pretendían y llegaron al instituto con todo bien hilado para mostrar y demostrar.
«Ellos son quienes mejor pueden enseñar qué es la discapacidad y esa es la inclusión verdadera, no que los profesionales hagamos una charla y lo mostremos. Yo puedo imaginarme los límites, puedo darme cuenta de que igual no tengo señales auditivas o un mapa en el instituto que me oriente de dónde está mi aula, pero solo sé la teoría. Son ellos quienes lo viven de primera mano», relató la monitora de Asprona Bierzo Rebeca Merayo.
Ellos son quienes mejor pueden enseñar qué es la discapacidad y esa es la inclusión verdadera, no que los profesionales hagamos una charla
Sergio ha sido el último en llegar al Centro de Día Las Candelas. Estudió en el mismo instituto al que ha vuelto como docente por unas horas y reconoce que le cuesta socializar con gente nueva. Actividades como esta le ayudan en ese reto personal y le permiten cumplir un objetivo, el de que «más gente pueda saber más y se interese por la discapacidad», explica.
Muy bien aprendida llevó la lección Juan, convincente y directo. «He preparado una charla para que sepan cómo es la vida nuestra, cómo hacemos las tareas en el centro y vean cómo es nuestro día a día», dice. A él lo que más le ha gustado de la experiencia de convertirse en divulgador por un día ha sido «leer para aprender y que nos enseñen que también podemos ser grandes profesionales».
Para Marco, Asprona es una gran familia, su segunda familia, y se muestra encantado de participar en todo lo que el centro el proponga. Habilidad diaria, cocina, manualidades, eventos. Todo le gusta y lo hace —dice— «con mucho arte».
La clase de inclusión rompió, durante un rato, la monotonía de la actividad diaria de los estudiantes de Servicios Administrativos. Les sacó de la rutina y les acercó a la vida que no conocen de una manera lúdica, pero sin perder la perspectiva. Aprendieron divirtiéndose con quien, a priori, pueden parecer diferentes. Pero todo sonrieron igual.