Diario de León

La mujer del Pescador que hizo sopas de ajo para toda Ponferrada

Mujeres Progresistas entrega el Premio Mujer a Marina Domínguez, la dueña de una de las bodegas más emblemáticas de la capital berciana

Marina Domínguez en la bodega El Pescador de Ponferrada.

Marina Domínguez en la bodega El Pescador de Ponferrada.L. DE LA MATA

Ponferrada

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A Marina Domínguez no le cuesta trabajo reconocer que es una mujer de carácter y, aún con ello, muy vergonzosa. Por eso se ha tenido que pensar lo de ir a recoger el reconocimiento que Mujeres Progresistas Bercianas le entregará el viernes. Porque Marina es el Premio Mujer 2024 y lo es siendo una mujer tan normal como extraordinaria que empezó a trabajar con 16 años y no dejó de hacerlo hasta los 70. Ahora, tiene 77 y ya lleva algunos jubilada, no sin lamentarlo varias veces durante la conversación, porque echa de menos El Pescador.

El Pescador no era su marido, que también, sino la bodega que regentó en Ponferrada durante décadas y que sigue abierta en manos de su hija Ana. Le pusieron ese nombre porque a su esposo le gustaba la pesca y tal vez sin saberlo, porque ella tiene nombre de mar. Ahí fue, sobre todo, cocinera y las sopas de ajo que hacía y que aún hoy se mantienen son toda una institución en las tardes de ronda por el casco antiguo de Ponferrada. Como una institución es la bodega que montó con su marido y un hermano para dejar atrás la etapa del restaurante Bahía, donde trabajaron hasta la extenuación dando bodas, bautizos, comuniones y lo que buscara el comensal.

Marina, en el corredor de la casa en cuyo bajo está la bodega.

Marina, en el corredor de la casa en cuyo bajo está la bodega.L. DE LA MATA

Marina Domínguez llegó a Ponferrada con «nueve o diez años», porque su padre era zapatero y se fueron de Trives (Orense) buscando abrir negocio. Como muchos bercianos, no lo es de nacimiento, pero en el balcón de la casa que compró por dos millones de pesetas hace ya 40 años para montar la bodega, ondea una bandera con la imagen de la patrona. Qué más prueba de berciandad que la virgen de La Encina. Y ya dentro, El Bierzo explota entre fotos antiguas y un sinfín de recuerdos que se humedecen con el vapor que sale de la pota que todavía se cocina a fuego lento sobre una estufa de leña.

Dejó pronto de estudiar y se metió a hacer costura, pero no tardó en descubrir que aquello no era lo suyo y empezó a trabajar de camarera en el bar Nagasaky. Eso fue antes de casarse y de abrir el restaurante Bahía y mucho antes de El Pescador. Se embarcaron en la aventura de abrir una bodega cuando eran lo propio en Ponferrada y destino fijo de los jóvenes de la ciudad. 

Todavía hoy se cocina en la pota dentro de El Pescador.

Todavía hoy se cocina en la pota dentro de El Pescador.L. DE LA MATA

Vino, cerveza y leche de pantera. Eso se bebía y se bebe en la casa típicamente berciana que Marina adquirió con la idea de iniciar una etapa laboral menos acelerada. Nada más lejos de la realidad, ya que aquello estuvo siempre a rebosar. «¡Qué nos tiran el mostrador!», llegó a decir su marido en alguna ocasión ante la avalancha de jóvenes.

«Caímos en gracia», dice ella sin saber explicar con exactitud qué es lo que tanto gustó y gusta a la gente para no tener que bajar la bandera. Tal vez fueron la simpatía y el don de gentes que asegura que tenía su marido, su mano con la cocina o el trato familiar que hace a quien entra sentirse como en casa. Lo que sea.

Para Mujeres Progresistas Bercianas, Marina Domínguez es «un ejemplo de la incansable lucha de las mujeres por sacar adelante a una familia con su trabajo y su esfuerzo». La asociación personifica en ella ese papel y con su Premio Mujer 2024 quiere hacer un «homenaje modesto a esas madres trabajadoras y sufridoras de mediados de los ochenta y noventa, a esas mujeres que hicieron posible que sus hijos e hijas vivieran mejor que ellas».

Al final, el carácter pudo con la vergüenza y Marina, que también se reconoce poco amiga de las fotos, acudirá a la cita con su premio, a partir de las 12.00 horas del viernes en el Museo de la Radio de Ponferrada. Ella, que no ha dejado de teñirse el pelo de rojo y ha echo frente a los reveses de una vida que ha tenido de todo, no se iba a achicar ahora por tener que hablar en público.

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