Toral convertirá la herencia de dos emigrantes en Cuba en pisos de alquiler social
La familia propietaria del inmueble que fue cine, casa consistorial y el Café París se lo ha cedido al Ayuntamiento para cubrir esta necesidad
Cuando en Toral de los Vados las casas no alcanzaban mucha altura y la estética dispar seguía las normas del rural berciano, José Pereiras y Consuelo Arias regresaron de Cuba y construyeron un edificio de estilo colonial próximo a la estación de tren, de tres alturas y desván y con una extensa zona ajardinada. Él era de Muros (Lugo) y ella de Toral. En 1915, habían emigrado a La Habana, donde tuvieron dos hijas, y regresaron unos años después con la idea de quedarse.
José era un hombre emprendedor que había hecho negocio al otro lado del Atlántico y volvía con la misma mentalidad. Así que el inmueble que empezó a levantar en 1920 para construir su nuevo hogar fue también cine «cuando todavía no había electricidad» —recuerda el alcalde, Pedro Fernández— y cafetería (Café París) y se organizaban bailes.
Muchos años después, en los 70 del siglo pasado, el mismo edificio albergó el Ayuntamiento y, ya vacío de sus propietarios, se alquilaron las viviendas hasta que quedó sin uso alguno ni aparentes posibilidades. Pero la historia ha cambiado. Los actuales propietarios se lo han cedido gratuitamente al Ayuntamiento, que construirá en él viviendas de alquiler social.
Sede consistorial
Siete años después de regresar de Cuba y tras el fallecimiento de sus dos hijas en tan solo cuatro años, José y Consuelo volvieron sobre sus pasos con destino a La Habana y allí se quedaron hasta finales de los años 60. Habían tenido otra hija que dejaron en A Coruña y son los herederos de esta quienes han firmado la cesión para que uno de los edificios más emblemáticos de Toral de los Vados pase a ser municipal y sirva a fines sociales.
Esta era la única condición, según ha explicado el alcalde, que ha querido mostrar públicamente su agradecimiento a la familia de aquel matrimonio emprendedor tan unido a Toral que le puso el nombre del pueblo al bar que regentaban en La Habana, donde también tuvieron una carnicería.
"Una de las mayores necesidades que tenemos en el municipio es la vivienda de alquiler social. Hace tres años, nos cedieron un dúplex que hemos destinado a lo mismo"
Situado en el número 23 de la calle Ferrocarril, el edificio erigido a principios del siglo XX sobresale sin esfuerzo. La fachada, protegida por las normas urbanísticas municipales, es esbelta y señorial, aún afectada por el tiempo. Y su interior —relata Pedro Fernández— está dividido en estancias amplias y conserva todavía en buen estado una gran escalera de mármol que «llama la atención».
Habrá que hacer una reforma integral para poder organizarlo en pisos de varios tamaños que después se alquilarán a precios asequibles. Como así se ha hecho ya con un dúplex que también le fue cedido al Ayuntamiento de Toral hace tres años.
«Una de las mayores necesidades de este municipio es el alquiler de vivienda. De hecho, nosotros ya llevábamos en nuestro programa electoral la rehabilitación de ciertas zonas deterioradas para darles uso tras llegar a acuerdos con sus propietarios», explicó el regidor, que no puede cifrar todavía el gasto que será necesario en el edificio que José Pereiras y Consuelo Arias construyeron con el dinero que hicieron en Cuba.
«Tendremos que elaborar un estudio técnico para ver qué inversión se necesita y qué podemos hacer», dijo Fernández.
En el caso del dúplex cedido hace unos año y dividido en dos viviendas, una de ellas se adaptó íntegramente gracias a una ayuda específica de la Junta de Castilla y León. La otra reforma se hizo con un taller de empleo. Hay varias fórmulas, asegura que alcalde, que reconoce que será necesario también invertir fondos municipales.
En todo caso, este inmueble estaba en el punto de mira del Ayuntamiento desde hace años y la inversión —dice sin decirlo el regidor— lo merece. «Es uno de los edificios más bonitos que tiene Toral de los Vados», concluye.
Cuando José y Consuelo montaron el cine en el bajo de su casa, las películas eran mudas pero daban alivio social en un pueblo que tenía de todo menos cine. Ahora, el destino de aquel inmueble servirá al mismo fin en una era de distintas necesidades.