Cinco mutilaciones, imágenes que lo prueban y un pueblo entero que vigila el tejo
El investigado por realizar cortes en el árbol monumental de San Cristóbal de Valdueza actuaba a la luz del día y fue visto por la localidad en varias ocasiones
Desde que una vecina de San Cristóbal de Valdueza descubrió el primer corte en una de las raíces exteriores del tejo milenario de este pueblo del municipio de Ponferrada, todos los demás se volcaron en su protección. Ese mismo día, apareció otro pequeño corte también en la raíz y ha habido hasta cinco desde el mes de agosto. «El peor ha sido el último», asegura la alcaldesa pedánea, Begoña Magdalena García. Más profundo que el resto y de nuevo en la raíz, sobre un corte anterior para mayor escarnio. Este fue en febrero, cuando agentes del Seprona de la Guardia Civil sorprendieron al hombre investigado, que ya ha sido puesto a disposición judicial, mientras seccionaba el árbol monumental con una sierra dentada. Hay grabaciones e imágenes que no le dejan escapatoria.
«Llevábamos seis meses detrás de él», reconoce la presidenta de la Junta Vecinal en alusión al presunto autor de las mutilaciones, un vecino de Valladolid de mediana edad al que algunos oriundos aseguran haber visto por el pueblo. Desde luego, no se encondía y los ataques al árbol se producían a plena luz del día, según el relato de quienes viven allí.
Todo el pueblo se ha volcado en proteger el tejo y ni eso ha evitado los ataques sucesivos. La alcaldesa pedánea recuerda como uno de los días en los que se hicieron cortes había estado junto al árbol alrededor de la una del mediodía y no vio nada nuevo. Regresó, después, sobre las seis de la tarde y ahí sí encontró daño que no estaba antes.
«Sinvergüenza». Así se refieren al presunto autor de los cortes en San Cristóbal. También le llaman «vándalo», aunque el motivo que llevó a este hombre a agredir con reiteración a un árbol de gran valor se desconoce. Hay fuentes que apuntan a algún tipo de rito relacionado con la mitología de esta especie, sagrada para los celtas; pero no hay confirmación oficial de tal cosa en el marco de la investigación llevada a cabo por la Guardia Civil. No, al menos, que se quiera hacer pública.
Sí llama la atención el modo en que el investigado cortaba el tronco y las raíces del tejo de San Cristóbal, siempre en cuña y piezas pequeñas que se guardaba tranquilamente en el bolsillo. Una de las veces que lo intentó en el tronco no pudo con la dureza del mismo y dejó allí una marca con forma de «ojo almendrado». «No era discreto», dicen en el pueblo, donde se le vio alguna vez «con cazadora roja y gafas blancas». El mismo día que la Guardia Civil lo pilló cortando el tejo, lo habían visto por San Cristóbal. Pero siempre de pasada.
Además de su indiscutible valor natural y su halo místico, por sí mismo y por la ubicación en la que se encuentra; el tejo milenario es el principal recurso turístico de San Cristóbal de Valdueza y atrae a cientos de visitantes al año que aprovechan una escapada al valle del Silencio para ver de cerca un árbol emblemático de gran porte y más historias que hacía mucho, pero mucho, que no sufría daños de tal magnitud. Sí reconoce el grupo ecologista A Morteira, que vela directamente por su protección, ese mal fin que le dan algunos pisando sus raíces o sentándose sobre su tronco; pero no es tal el calibre.
Recuerda la pedánea que hace más 20 años sí hubo quien grabó su nombre, con algún corazón incluido, en señal de amor eterno sobre la corteza de este árbol monumental. Pero aquello ya es pasado y «ahora la conciencia es otra», celebra la presidenta de la Junta Vecinal; salvo en el caso del investigado, presuntamente empeñado en acabar con el árbol.