MISTERIOS DEL ARTE RURAL
El enigma de la Jerusalén oculta en la ermita de Rodanillo
Las pinturas de la vieja ermita de San Salvador esperan por su restauración a los cinco años de su descubrimiento y escondido tras el retablo rococó aguarda otro mural de la Ciudad Santa similar al de la iglesia del pueblo
La Ciudad Santa de Jerusalén estaba escondida detrás de un retablo rococó de madera, descolorido por el paso del tiempo y carcomido por la humedad en la vieja ermita de San Salvador de Rodanillo. La cámara de un teléfono móvil, introducida por el alcalde pedáneo del pueblo a través de uno de los agujeros en las tablas del adoratorio del siglo XVIII permitió verificar en 2021 que allí detrás un artista popular había pintado siglos atrás las murallas, las almenas, los tejados a dos aguas de Jerusalén con un trazo similar al de la imagen de la Ciudad Santa que se puede ver en el retablo de la iglesia mayor de San Antolín, en el centro de pueblo.
Aquellas imágenes de Severino Martínez confirmaban lo que se sospechaba desde 2004 y le han servido ahora al ingeniero agrónomo aficionado al arte religioso David González Hernández para añadirlas un pequeño informe sobre la serie de pinturas murales escondidas tras la cal en la pared este de la misma ermita que el mismo descubrió cuando en 2019 se cambió el tejado de la ermita y en las que se intuye el dibujo de un retablo de tres calles y dos alturas sobre la vida de Jesucristo, de mayor calidad que la imagen de Jerusalén. Se cumplen ahora veinte años de aquel primer hallazgo y cinco del segundo, y en Rodanillo siguen esperando por su restauración, a pesar de que en ese mismo 2021, técnicos de Patrimonio de la Junta de Castilla y León, acompañados por el propio pedáneo y representantes del Ayuntamiento de Bembibre, se acercaron en mayo al templo para valorar la importancia de las figuras escondidas bajo capas de cal que representan la vida de Cristo.
«Ese día también les enseñaron las fotos y el video de la pintura de Jerusalén, pero no le hicieron mucho caso. Les interesó más el retablo oculto por la cal en la pared este. A nosotros nos pareció curioso lo de la pintura de Jerusalén porque era un mural similar al que se ve en el retablo de la iglesia de San Antolín», cuenta el ingeniero natural de Rodanillo y autor también de una guía turística sobre su pueblo.
La ermita de Rodanillo, antigua iglesia de San Salvador, se encuentra a las afueras de la localidad, pegado a las sucesivas ampliaciones del cementerio. Es un edificio de piedra que solo se abre al culto una vez al año, el Día de Todos los Santos, y que alberga un Cristo del siglo XVI en el mismo retablo rococó. La primera mención de la antigua iglesia es de 1245, un documento del Papa Inocencio IV sobre los diezmos y posesiones de la parroquia. Y en 2004 la casualidad quiso que emergieran bajo la cal en la pared este lo que prometía —y promete porque sigue oculto— ser un retablo sobre la vida de Jesús, donde se intuye la figura de Cristo saliendo del sepulcro, entre otras escenas. «Se decidió no tocar esas pinturas, hasta una futura restauración. Esos frescos permanecen tapados desde hace más de dos siglos, bajo capas de cal», cuenta David González, que atribuye al obispo de Astorga la orden de darle cal al interior del templo «para su aseo», tras una visita en 1823.
En 1866, haya constancia de que otro obispo, Fernando Argüelles, dio orden darle otra mano de cal para blanquear la ermita. Y treinta años después, un nuevo blanqueo, como deja constancia una leyenda en el arco central de la bóveda de cañón añadió todavía más cal a las pinturas.
A la espera de que manos expertas retiren la cal, lo que se ha podido desprender en estos cinco años ha permitido definir seis imágenes donde se deduce una figura humana —un hombre saliendo del sepulcro— y un animal, posiblemente una oveja. Los técnicos de Patrimonio ya adelantaron en 2021 que la figura estaba pintada con blanco de plomo, un pigmento muy usado por los pintores en la Edad Media que se consigue corroyendo el metal con vinagre y que con el paso del tiempo y la humedad tiene a ennegrecerse. «Con las técnicas actuales de carbono-14 se puede datar ese pigmento y saber la antigüedad de la obra», explica González.
También el historiador vinculado al Instituto de Estudios Bercianos Vicente Fernández, ha visitado en las últimas fechas la ermita para conocer las pinturas que esconde la cal y elaborar su propio informe.
Otra cosa es ese mural de trazo más grueso que representa a la mítica Jerusalén de las Sagradas Escrituras. Por qué se parece tanto al que se ve en la iglesia de San Antolín, posiblemente una copia posterior, es un pequeño enigma que fuera de Rodanillo no parece haber encontrado quién lo resuelva.
Dos murales bajo capas de cal y tras un retablo de madera
Capas de cal, aplicadas en el siglo XIX, y un retablo de madera de estilo rococó cada día más deteriorado esconde los dos murales, muy diferentes, que alberga la ermita de Rodanillo, antigua iglesia de San Salvador. Aunque los técnicos ha apreciado sobre todo potencial artístico del mural donde se intuye un retablo de seis imágenes sobre la vida de Jesucristo, en la pared este —se aprecia lo que parece la figura de Cristo saliendo del sepulcro y una oveja— no deja de ser curioso que la imagen de las míticas murallas de Jerusalén fotografiada en 2021 a través de un agujero en el retablo de madera, sea prácticamente la misma que se reprodujo en la iglesia de San Antolín, en el centro del pueblo, a donde se trasladó el culto. Las imágenes captadas en 2021 muestran en la pared norte del templo «las murallas en forma de cubo, con sus troneras y las casas con tejados pintados», explica el ingeniero de Rodanillo aficionado al arte David González.
Un vistazo al retablo de San Antolín, la iglesia donde en 1903 colocaron una piedra de granito en el campanario, hartos de que los rayos destruyeran las escaleras y la galería de madera, demuestra que otro artista pudo copiar los mismos tejados de Jerusalén, quizá para reforzar el vínculo de los feligreses con el nuevo templo tras el traslado del culto.