EL ÚLTIMO ECO DE LA MINERÍA
Fabero se despide de sus montañas de carbón
García Munté y Minalsa se hacen con el patrimonio en liquidación de Uminsa y quieren vender tres pilas de 150.000 toneladas de mineral
Editorial: El patrimonio de Fabero
No será una operación tan importante como la que esparció la montaña de carbón por la periferia de Ponferrada, pero Fabero ya se prepara para el trasiego de camiones que liberen a la localidad de una de las señales más evidentes de su reciente pasado minero; tres enormes pilas de carbón que acumulan una cantidad aproximada de en torno a 150.000 toneladas de mineral que todavía puede aprovecharse, según estiman fuentes municipales.
Y se prepara para ello porque la empresa energética catalana García Munté y la asturiana Minalsa se han hecho con las propiedades en liquidación de la antigua Unión Minera del Norte (Uminsa) en una compra que empezó a tomar forma a finales del pasado año con toda discreción. La compra de los restos de Uminsa —que en manos del polémico empresario minero Victorino Alonso se había hecho a su vez con buena parte de los derechos y el patrimonio de la histórica Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP) durante los últimos coletazos de la economía del carbón— tienen su parte más jugosa en las tres montañas de mineral de Fabero, pero incluyen otras instalaciones como la explotación de Alinos en Toreno, el pozo Salgueiro, que fue en Torre del Bierzo la última mina de carbón que funcionó hasta hace un lustro en la comarca y, para los más sentimentales, las ruinas del poblado minero de Albares-Estación. Todo eso se subastaba. Y todo eso ha acabado en manos de las dos compañías, que tratan, sobre todo, de sacarle un rendimiento al carbón de Fabero.
Fuentes municipales confirman que en los últimos días, técnicos enviados por los nuevos propietarios del carbón se desplazaron a Fabero para tomar muestras del mineral acumulado. Dependiendo de la calidad del carbón, una vez analizadas las muestras, las empresas tratarán de venderlo, bien a la central térmica de Hunosa que todavía funciona en Asturias, popularmente conocida como La Estufona de Mieres, bien para su combustión en las últimas calefacciones de carbón que todavía funcionan en las antiguas cuencas mineras.
En el que fue lavadero de Uminsa en Fabero, Victorino Alonso llegó a acumular medio millón de toneladas de carbón del Almacén Estratégico Temporal de Carbón (AETC) que en su día provocó una querella de Hunosa por la ‘desaparición del mineral’ que fue archivada en 2014. El juez consideró entonces que se trataba de un asunto civil de discrepancias contractuales.
En Fabero, el concejal del equipo de gobierno y antiguo sindicalista minero, Pedro Monasterio, no ve la hora de que lleguen los camiones y se lleven las tres pilas de carbón. «Tienen que llevárselo cuanto antes, esperamos que agilicen la operación. Genera mucha suciedad», aseguró este domingo el edil. Los nuevos propietarios, sin embargo, todavía no ha comunicado al Ayuntamiento ninguna fecha para la retirada del carbón.
La compra de los bienes en liquidación de Uminsa incluye instalaciones en Fabero que forman parte del Bien de Interés Cultural declarado por la Junta de Castilla y León, un reconocimiento que el Ayuntamiento está aprovechando para promocionar el turismo minero en el Pozo Julia, entre otras.
El poblado minero en ruinas de Albares-Estación ya tiene dueño
La empresa García Munté no ha aclarado a este periódico si tiene intención de hacer algo con las ruinas del antiguo poblado minero de Albares-Estación, que forma parte del paquete de bienes en liquidación de Uminsa que han adquirido. Los 16 bloques levantados en los años cincuenta estuvieron habitados por mineros de Antracitas de la Granja hasta el primer cierre de la empresa a finales de los años sesenta. Fue en 1970 cuando también se fueron el factor y el guardagujas de Renfe que vivía en la antigua estación —hoy convertida en un apeadero sin uso— y el poblado quedó abandonado. Cuando Antracitas de la Granja retomó su actividad, los mineros, muchos de ellos andaluces, ya no volvieron.
Los bloques en ruinas se deterioran desde entonces, entre acacias silvestres. Renfe demolió el edificio de la antigua estación y en su lugar habilitó un apeadero donde ya no es necesario que se detengan ningún tren.