Diario de León

El rey responde a la hospitalidad de Villafranca en la inauguración de Las Edades del Hombre

Felipe VI se mostró cercano y relajado entre la multitud que se agolpó junto a la Colegiata de Santa María para verle llegar en la puesta de largo de 'Hospitalitas', que el día 19 abrirá también sus puertas en Santiago de Compostela

Editorial: El sueño de Villafranca debe aprovecharse con el esfuerzo de todos

A las doce en punto, al tiempo que sonaban las campanas de la Colegiata el Rey Felipe VI ha llegado a donde le estaban esperando y se ha puesto a saludar a los vecinos a ambos lados de la calle. Todos han querido darle un apretón de manos y han gritado para llamar su atención. El monarca se ha mostrado muy cercano, deteniéndose en más de una ocasión a conversar con los ciudadanos.

El rey a su llegada a La Alameda, junto a la Colegiata de Santa María, donde se celebró el acto central de la inauguración.L. DE LA MATA

Ponferrada

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Llegó a la Iglesia de Santiago cuatro minutos antes de las once y media de la mañana, que era la hora prevista para el inicio de la visita a la exposición. Lo hizo acompañado del ministro de Transportes, Óscar Puente, y nada más bajarse del coche oficial empezaron los saludos. El rey había llegado a Villafranca del Bierzo para la inauguración de ‘Hospitalitas’, la 27 edición de Las Edades del Hombre, y no tuvo prisa por irse. 

Felipe VI saludó primero al obispo de Astorga, Jesús Fernández; y al presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco. Fueron de las pocas autoridades, como el consejero de Cultura, Gonzalo Santonja, que le recibieron a su llegada. El resto, la gran mayoría, esperaba en la Colegiata de Santa María, junto a la multitud.

Tras una foto de familia frente a la Puerta del Perdón —la única que da al peregrino la oportunidad de conseguir la indulgencia más allá de la catedral de Santiago de Compostela— el monarca y la comitiva que le siguió el paso accedieron al interior del templo para ver la primera parte de la muestra de arte sacro. Un espacio no muy grande al que dedicaron unos minutos antes de emprender la marcha hasta el corazón de la visita, donde le esperaba la gente.

A ambos lados de la calle, entre La Alameda y el acceso a la Colegiata, vecinos y peregrinos aguardaban la llegada de un rey. Solo unas vallas metálicas que alcanzaban la cintura les separaban de su objetivo y fueron muchos los que lograron agarrar la mano de Felipe VI. «¡España, España, España!», vocearon los escolares que habían salido del colegio para la ocasión y, justo cuando las campanas de Santa María entonaron el mediodía, el rey apareció. Se bajó del coche y estalló la gente y el monarca respondió con saludos a ambos lados.

De acá para allá, para contentar a todos con apretones de manos y la posibilidad de un selfie; sin prisa aparente, relajado y sonriente; Felipe VI devolvió las muestras de cariño y lo hizo de una manera especial con los residentes de un centro para mayores gestionado por los Padres Franciscanos de la Cruz Blanca. Y con los niños, desde luego. Todo entre un férreo, aunque en muchos momentos imperceptible, control de seguridad. Decenas de efectivos de la Guardia Civil uniformados y de paisano, agentes de la Policía Nacional y el Servicio de Seguridad de la Casa Real se encargaron de que todo se desarrollara según lo previsto. Villafranca estaba flanqueada.

Un férreo control de seguridad

Aunque en algunos momentos pudiera parecer imperceptible, el enorme dispositivo de seguridad integrado por agentes de la Guardia Civil, la Policía Nacional y la Casa Real blindó Villafranca.

Después de cumplir con la gente, el rey de España se encontró con el resto de autoridades invitadas al evento. Consejeros y responsables políticos autonómicos y representantes de la provincia, la comarca y otros municipios del Bierzo e instituciones con presencia en la comarca. Fue justo antes de acceder al interior de la Colegiata, donde el obispo de Astorga pronunció el discurso. Fue el único que habló y lo hizo bajo el tapiz flamenco El retorno del Hijo Pródigo de la Catedral de Burgos. El arte como lenguaje universal y herramienta para romper las barreras espaciales y temporales. Ese fue el centro de la alocución.

«El arte cristiano en sus diversas formas se revela como un lenguaje universal que trasciende barreras corporales y lingüísticas. A través de la belleza y la creación, el arte nos ofrece un atisbo de la gloria de Dios y nos invita a contemplar los misterios de nuestra fe de una manera profunda y tangible», leyó monseñor Jesús Fernández antes de reproducir unas palabras de Juan Pablo II en su Carta a los artistas:. «Nos recuerda que el arte tiene una capacidad única para expresar el misterio de Dios y elevar la mente de los hombres hasta lo divino» Además —añadió— «hoy también es el patrimonio que derriba fronteras para unir dos territorios con lazos de fraternidad, Galicia y Castilla y León».

El próximo día 19 será la inauguración de la parte de ‘Hospitalitas’ que acoge Santiago de Compostela de manera simultánea a Villafranca, «dos lugares irremediablemente unidos por el Camino de Santiago», subrayó el obispo. Un Camino de «hospitalidad» que es el eje vertebrador de la presente edición de Las Edades del Hombre como lo es también «del Viejo Continente que se debate entre dos posturas extremas: convertirse en un modelo de eficiencia económica o hacer tabla rasa de su historia, de su filosofía, de su espiritualidad, de su religión», pronunció la máxima autoridad de la Diócesis de Astorga.

"El arte cristiano en sus diversas formas se revela como un lenguaje universal que trasciende barreras corporales y lingüísticas y hoy también es el patrimonio que derriba fronteras para unir dos territorios con lazos de fraternidad, Galicia y Castilla y León»Jesús Fernández. Obispo de Astorga

«La belleza, como la verdad, pone alegría en el corazón del hombre». Estas palabras de Pablo VI también fueron integradas en el discurso inaugural del evento, porque este optimismo que se desprende de la afirmación es lo que pretende extender ‘Hospitalitas’. 

«Ojalá está vigésimo séptima edición sea riqueza y oportunidad, inspiración y motor, ejemplo y compromiso», dijo el obispo, que también quiso agradecer «el empeño» tanto de la Junta de Castilla y León como de la Xunta de Galicia para sacar adelante un proyecto expositivo que «es de las cuatro o cinco exposiciones más brillantes de Las Edades del Hombre. Es memorable y algo magnífico para El Bierzo, que necesitaba esta reivindicación en todos los sentidos, desde el patrimonio a la belleza natural», aseveró el consejero de Cultura, Gonzalo Santonja, al término del acto inaugural, una vez despedido el rey.

"Su Majestad se ha ido encantado por el cariño de la gente del Bierzo y por la exposición, que es de primer nivel"Alfonso Fernández Mañueco. Presidente de la Junta de Castilla y León

Felipe VI abandonó Villafranca cuatro minutos antes de las dos del medio día y lo hizo «encantado». No lo dijo él, que no habló para los medios de comunicación, lo dijeron quienes compartieron con el monarca esas más de dos horas de recorrido. «Su Majestad se ha ido encantado por el cariño de la gente del Bierzo y por la exposición, que es de primer nivel», aseguró el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco. «Le ha sorprendido lo variado y, sobre todo, el contraste entre algunas piezas más tradicionales de los siglos XV, XVI y XVII y otras obras de artistas contemporáneos, algunos de los cuales han tenido la oportunidad de estar aquí», añadió.

También el consejo de Cultura de la Xunta de Galicia, José López, subrayó el valor del acto de inauguración de Las Edades del Hombre y de las piezas contenidas en la muestra, muchas de las cuales han sido trasladadas desde su Comunidad. «Esperemos que la inauguración de Santiago de Compostela esté a la misma altura de lo que hemos vivido aquí», dijo.

Marta Eguibar fue una de las últimas personas en saludar a Felipe VI antes de su marcha. Tiene 102 años y vive en la residencia San Lázaro de Villafranca. Le estaba esperando a la salida de la Colegiata de Santa María y no solo consiguió de él un cariñoso saludo, sino que el propio rey organizara una foto con sus compañeros de centro que quedará para la posteridad, como la firma en el Libro de Honor de la Real Cofradía del Santo Cristo de la Esperanza, que ya contenía las de sus padres, Juan Carlos y Sofía, la de la reina Isabel II y la de su hijo Alfonso XII, entre las rúbricas de otras personalidades, como la duquesa de Alba.

‘La gracia del encuentro’ es el lema de la 27 edición de Las Edades del Hombre. Un encuentro con el arte y entre territorios, en el Camino y, sobre todo, un encuentro entre personas.

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