El artista que ilustró El Bierzo underground
El Espina Fest expondrá la cartelería musical que Luis Silva hizo a mano en los 90 e inmortaliza la efervescencia del rock and roll de aquella época en una Ponferrada que estaba a la altura de las grandes ciudades del país
«Bazofia». Así definió Luis Silva, en uno de sus carteles, el bakalao que ganó terreno musical en los 90, adueñándose de las cabinas de los garitos de Ponferrada. No de todos. El Saloon resistió como «bar poblado por irreductibles rockeros», haciendo uso también de las palabras y el humor irreverente del artista que dibujó El Bierzo underground de aquella década gloriosa para el rock ‘n’ roll, en la que Ponferrada estaba a la altura de las grandes ciudades de España.
Bandas internacionales como The Chesterfield Kings, The Woggles, The Fleshtones y The Fuzztones y otras nacionales, como Pleasure Fuckers, Sin City Six, The Crepitos y Rednecks incluían la capital del Bierzo en los circuitos de sus giras y Silva fue el encargado de dejar constancia, en tinta sobre papel, de aquellas visitas. Siempre a mano. «No ha tocado en su vida un ordenador», asegura Iván Chopper Monster, colega, admirador y, ahora, promotor de la exposición de cartelería musical y entradas de conciertos diseñados por el artista plástico, ilustrador y cartelista ponferradino que estudió Bellas Artes en Madrid en aquellos años 80 empapados de cultura descarada.
‘Luis Silva: La Tinta del Rock and Roll. Carteles del esplendor de El Bierzo en los años 90’ se titula una muestra, organizada en el marco del Espina Fest de Vega de Espinareda, que se inaugurará el jueves en la Casa de la Cultura y se podrá visitar los días del festival (28, 29 y 30) en horario de 12.00 a 14.00 y de 17.00 a 20.00 horas.
La exposición reúne cerca de cuatro decenas de obras que representan un porcentaje ínfimo de todo lo que Silva dibujó con rotulador y tinta aguada. Fiestas, conciertos y aniversarios, no solo en el mítico Saloon. También el Barracuda o el Metrópolis que ahora es Morticia y El Quijote fueron templos de la música y de inspiración para «aquel grupo de gente apasionada por la música y la subcultura de serie B, para los amantes del rocanrol», recuerda Iván Chopper Monster. Una «inmensa minoría» que constituyó la ya desaparecida asociación From Timba to Tumba y alumbró el ‘Freakland’ que «fue clave» en el desarrollo de esa cultura alejada de lo comercial y protagonista de muchos carteles de Silva.
Desde un tango entre Frankenstein y Morticia en el pub del mismo nombre, una entrada hecha a mano para ver a The Queers en el Tararí y un circo con mujeres de seis piernas que anunciaban, entre estrellas, la fiesta de presentación del Freakland; hasta la representación más fiel de The Woggles o un grupo de trogloditas para presentar a los Rednecks en El Quijote. Todo cabía en la imaginación de Luis Silva. Arte puro y original salido de su puño y letra. Letra, además, cargada de sarcasmo y realidad, como aquel «ADN extraído del fósil de una mosca cojonera en las manos de un droguero ciego de peyote y anís».
«Al rocanrol siempre lo han querido matar, pero nunca lo han conseguido. Tiene una frágil salud de hierro», dice Iván Chopper Monster. Tan resistente como la obra del artista que metió a Darth Vader y a Yoda en el cuadro de Las Meninas de Velázquez, un ilustrador de la vida que «despierta sentimientos y sensaciones» con cada cosa que hace, un hombre de «una cultura vastísima y un sentido del humor brutal». Así es como lo define su colega y admirador días antes de que él mismo, junto a
Bile de Los Gibones y a la música de Artemio, abran las puerta de la exposición.
«Lo que nos vamos a reír», advirtió Silva en uno de sus carteles, justo al lado de un payaso ensangrentado sosteniendo un manojo de dinamita con temporizador. «Solo faltan días y circo».