El tejado que atrapa las nubes en la montaña del wólfram
Corullón presentará el 6 de julio el centro de visitantes del poblado de la Peña del Seo, con una cubierta-espejo que se mimetiza con el cielo, y que en breve incluirá una visita virtual a la mina en 3D
La montaña del wólfram está atrapada en un espejo. Las nubes, el vuelo de los pájaros, la sombra del viento, se reflejan en el nuevo tejado ‘invisible’ que cubre el antiguo economato en las ruinas del poblado de la Piela; los pabellones con 30 viviendas que la Compañía Minera Montañas del Sur construyó en 1953 para alojar a los trabajadores de la mina de la Peña del Seo.
El tejado es una extensión del cielo. Depende de dónde se coloque uno su superficie de composite de aluminio Stacbond Mirror, fabricado por la factoría Stac que tiene sus naves muy cerca, se confunde con el horizonte. Como si no hubiera tejado.
«Esa es la idea, que siga pareciendo una ruina sin techo», cuenta la arquitecta Itziar Quirós a los pies del nuevo centro de interpretación de la mina de wólfram y el poblado de la Peña del Seo que está a punto de abrir sus puertas después de una inversión de 300.000 euros de la Diputación y el Ayuntamiento de Corullón. Esa es la idea, sí que el tejado se confunda con el cielo. Que la cubierta sea un espejo que refleje la montaña, que atrape la leyenda.
El centro, como la idea del tejado, tiene un nombre poético: La Montaña Negra, y la Junta de Castilla y León ya está licitando por 75.000 euros, cuenta el alcalde de Corullón, Luis Alberto Arias, el proyecto para dotar al edificio de contenido. Una empresa audiovisual se encargará de grabar con un equipo láser en el interior de la mina del wólfram, ladera arriba, para ofrecer después un recorrido virtual en tres dimensiones en el centro de interpretación, donde los visitantes contarán con gafas especiales para sumergirse en el yacimiento.
Y como ocurre con la Fábrica de Luz en Ponferrada, también grabará los testimonios de quienes vivieron en el poblado de la Piela en los años cincuenta y trabajaron en la mina de wólfram que empezó a explotar el yacimiento mítico. El mismo que en plena Segunda Guerra Mundial desató una verdadera fiebre del oro negro en el Bierzo. La Peña del Seo era la montaña del wólfram, donde el mineral codiciado por los nazis para endurecer el blindaje de sus tanques y sus cañones, y comprado por los aliados para que no acabaran en manos del Tercer Reich, afloraba en catas superficiales. Y Ponferrada era la Ciudad del Dólar de la novela de Raúl Guerra Garrido, que en El año del wólfram contaba cómo se ganaba dinero fácil, dinero rápido, al ‘rebusco’ del nuevo mineral. Esos testimonios emergerán en las pantallas del nuevo edificio al paso del visitante y le contarán una historia. La del poblado del wólfram.
Aunque habrá que esperar a que el contenido audiovisual esté listo, el Ayuntamiento de Corullón ya organiza para el próximo 6 de julio una jornada para presentar la reconstrucción del inmueble a los vecinos de Cadafresnas, a los antiguos habitantes del poblado, a los mineros que sobrevivieron a una mina que se llevó muchas vidas por delante después de cerrada: los trabajadores laboreaban sin mascarilla, apenas con una esponja mojada. «Morían jóvenes con los pulmones llenos de piedra», contaba hace tres años Elvira, antigua vecina de Cadafresnas, el día en que volvió de Barcelona para pisar de nuevo el poblado de La Piela. «Trabajaban a golpe de barreño. Metían un tiro en la roca y salía una tiniebla de tierra de la explosión», le decía en agosto de 2021 a este periódico. Y su testimonio, asegura el alcalde, será uno de los que aparecerá en las pantallas.
Y entre los invitados el 6 de julio estará Luis García, el niño del wólfram. Fue el primer bebé que nació en el poblado de La Piela y el último que se fue cuando cerró la mina. Su padre, Jovino García, ya fallecido, vigiló el poblado durante años y vivió solo con su familia en la última casa que aún conserva el tejado original de pizarra hasta que se mudó a Cadafresnas. El alcalde también la quiere restaurar en un futuro y ha solicitado a la Junta de Castilla y León, además, cien mil euros para habilitar una senda de cuatro kilómetros desde Cadafresnas, paralela al camino, y llegar al poblado a pie o en bicicleta.
Reconstruir el edificio de lo que fue el economato de La Piela y respetar la ruina del poblado no ha sido fácil. Ningún constructor concurrió a la primera licitación. «Nos decían que por el camino no les entraba el camión con los materiales, que tendrían que subirlo en helicóptero», cuenta Itziar Quirós. Finalmente ha sido una pequeña empresa de Dragonte en el mismo municipio de Corullón, Drainser, la que se ha atrevido con el proyecto, que cuenta con agua corriente del manantial y el antiguo depósito del poblado, con electricidad de 16 paneles solares y una moderna fosa séptica para dar servicio a los aseos públicos.
El Ayuntamiento de Corullón también usará fondos de otras administraciones para contratar a una persona que abra el centro en verano todos los sábados. No solo será un lugar donde divulgar la historia de la mina y del poblado, la de la fiebre del wólfram. La Montaña Negra también quiere ser un centro vivo donde programar actividades culturales, catas de vino, conciertos. Y donde alquilar bicicletas de montaña, o detenerse a descansar. «También será un refugio de montaña», cuenta Quirós antes de asomarse junto al al alcalde a uno de los rincones más singulares del inmueble; el balcón con vistas a la mina y a la Peña del Seo.
Y a la sombra de montaña del wólfram —la de la leyenda de los tres cofres escondidos llenos de oro (el cielo), de azufre (el infierno) y de nada (el purgatorio); la de la novela de Guerra Garrido; la de la nostalgia de Jovino García;— el sol resbala en el tejado de aluminio, la luz queda atrapada en el espejo. Y hay que cerrar los ojos para que el reflejo no te deslumbre.