Diario de León

HALLAZGO ANTROPOLÓGICO

El enigma de San Genadio: el extraño rito funerario de los monjes de Montes

Descubren una misteriosa argamasa de sílice y aluminio en los incisivos de monjes enterrados en cinco tumbas de los siglos IX y X

El enigma de los monjes de San Genadio.

El claustro del monasterio de San Pedro de Montes sigue planteando nuevas incógnitas.DL

Ponferrada

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Una argamasa de sílice y aluminio en los dientes de los restos de cinco monjes enterrados en cinco tumbas de los días de San Genadio (siglos IX-X) ha disparado la imaginación y las expectativas de los investigadores que estudian los enterramientos del claustro de San Pedro de Montes en Ponferrada. La masa hallada en los incisivos es muy similar al material que cubría las cinco sepulturas —de tres varones y dos sin catalogar— y el investigador Marcos Onésimo Muñoz, que junto a Artemio Martínez dirige las excavaciones que comenzaron en el año 2017 por encargo del Ayuntamiento de Ponferrada, atribuye esa pasta tan singular a una suerte de rito funerario. Como si a los monjes les taparan la boca con esa sustancia metálica en el momento de enterrarlos.

«Es algo que no había visto nunca», enfatizó este viernes junto al teniente de alcalde y concejal de Medio Rural Iván Alonso, impulsor de las investigaciones en el claustro del Monasterio ubicado en Montes de Valdueza, en el corazón de la Tebaida Berciana..

El misterioso rito fúnebre que parece esconderse detrás de esa argamasa, según Muñoz, es solo uno de los hilos de los que tirar de cara una nueva fase de las excavaciones en el área funerario del claustro del cenobio que tendrá lugar en el mes de agosto. «Hemos dado con los pasos de San Genadio», decía este viernes, convencido, Marcos Onésimo Muñoz. Y sospecha el investigador que la construcción circular que se intuye bajo una parte del claustro podría corresponder a la ermita de San Martín, un edificio que también se edificó en los años en los que San Genadio, que llegó a ser obispo de la Diócesis de Astorga en el año 899, y doce seguidores abrieron un nuevo capítulo en la historia del monacato berciano, que está en el origen de los monasterios en Europa. Este verano, reconoció Muñoz, la excavación debería servir para confirmar que se trata de restos de la ermita, demolida en el año 1592 y sobre la que se edificó el claustro actual en el siglo XVIII, y no de algún pozo circular.

«Cada vez vamos más atrás. Nos falta llegar a San Fructuoso y San Valerio ahora que hemos encontrado los pasos de San Genadio», aseguró el investigador, en referencia al primer monje que fundó un monasterio en la Tebaida y a su sucesor.

El estudio antropológico de los restos humanos hallados en las excavaciones ha catalogado restos de 46 personas de distintas épocas. Y hay que destacar, que después de la época de San Genadio, uno de esos restos pertenece a una mujer, y también se han hallado huesos de niños y adolescentes de distintas edades, lo que lleva a los investigadores a preguntarse sobre la vida cotidiana en los monasterios. Si había mujeres que servían a los monjes. Si había una comunidad paralela que incluía a niños. La mujer, sin embargo, «estaba en un enterramiento privilegiado», aseguró Muñoz, y por tanto no debería ser ninguna sirvienta.

El estudio antropológico también ha servido para conocer los hábitos alimentarios de la comunidad monástica. «Los monjes no comían pescado», afirmó tajante Muñoz. Alimentos vegetales, sobre todo, pero también carne y lácteos y sus derivados —«comían queso», explicó el investigador— componían la dieta del cenobio. Muñoz entiende que los habitantes del monasterio procedían de la área, y entre ellos han hallado a una persona que medía 1,80 metros, una altura considerable para la época. Como ya se informó en campañas anteriores, uno de los enterrados murió apuñalado por la espalda. Otro en una caída. Y eso, junto con la presencia de una mujer posterior a los días de San Genadio, o la argamasa que tapaba algunas bocas, parecen alimentar una novela de misterio. Al tiempo.

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