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ACCIÓN SOCIAL

Marqués Yáñez: «Me queda un año de vida y reclamo la gran invalidez»

Un enfermo de cáncer comienza un encierro y huelga de hambre en el consistorio de Fabero

José Antonio Marqués Yáñez, este martes en su encierro temporal en el interior de la casa consistorial de Fabero.ANA F. BARREDO

Ponferrada

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Tiene 65 años, trabajó 20 en la construcción y, siendo muy joven, también en labores mineras de exterior. Es de la finiquitada cuenca antracitera de Fabero y se llama José Antonio Marqués Yáñez. Hablo con él y lo primero que asegura, con total normalidad, es que le queda «como mucho, un año de vida».

Padece un cáncer terminal y su larga lista de dolencias y enfermedades (que se sabe de memoria como un sanitario especialista), lo convierten con su movilidad reducida en poco menos que una patología andante.

Lo había anunciado a todo el que le quisiera escuchar y en la mañana de este martes emprendía un encierro dentro de las instalaciones de la casa consistorial de Fabero, donde reside.

La alcaldesa está de vacaciones y la teniente de alcalde habló con él. Por motivos de seguridad y custodia de documentos, le dijeron que no se puede quedar encerrado las 24 horas en el consistorio. Así que, lo hará el tiempo que permanezcan abiertas la oficinas, de ocho a dos de la tarde. Y ahí está José Antonio Marqués, asistido también por responsables de una plataforma sanitaria, que le ayudan a poner los parches para que sus dolores sean minimizados.

La Guardia Civil también se interesó por el tema, estuvieron por la casa consistorial; pero al movilizado por su enfermedad para que le reconozcan «la gran invalidez», no le privaron de nada.

Marqués Yáñez tiene reconocimiento de invalidez, pero considera que dada su grave situación física, en el Instituto Nacional de la Seguridad Social le deben conceder la citada «gran invalidez», la máxima. Con ello, tendría una mayor paga mensual. «No la quiero para mí, porque me queda poco de vida. La quiero para la persona que me cuida y mis dos hijos», relata. El hombre tiene dos hijos, que viven, uno en León y el otro entre Oviedo y Burgos. Este vecino de Fabero asegura seguir en su lucha y sentirse desorientado, porque fue día de mucho hablar con todos.