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Historia

Santa Marina del Sil, entre el pantano y el Ponfeblino

Un libro editado por el CIT recupera la historia y las infraestructuras que cambiaron la vida de los vecinos en el siglo XX

El pantano de Bárcena, en una imagen reciente.l. de la mata

Ponferrada

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Con la publicación del libro “Santa Marina, Siglo XX”, el Centro de Iniciativas Turísticas de Santa Marina del Sil ha completado su trilogía dedicada a rescatar la memoria de este pueblo al pie del pantano de Bárcena y el ferrocarril de la Minero con una cuidada edición de su historia en el siglo XX.

Y es que, como explica el presidente del CIT, Ángel González, en la presentación, la centuria recién terminada transformó la economía de subsistencia de la zona en una economía de mercado. Las labores agrícolas y ganaderas de autoabastecimiento dieron paso a actividades más industriales, asalariadas y comerciales: minería, transportes, cafés, bares, economatos, cines, tiendas... Aunque para Santa Marina no todo fue para mejor, explica González, porque el pantano de Bárcena, del que se benefició y se beneficia parte del Bierzo, también tuvo repercusiones negativas. «Santa Marina quedó relegada, siendo el reservorio de agua para otros lugares que producían milagros». Y dice también en la presentación del libro: «Si Santa Marina aún sigue viva, no cabe duda de que es gracias al arraigo de su gente y a los trabajos mineros, que en los años sesenta aún ofrecían oportunidades, hoy paralizados».

El libro, cuya portada es una acuarela del Ponfeblino obra de José María Calvo Delgado, reúne texto elaborados por Daniel Fernández Cuadrillero, Antonio Gómez Marqués y Vicente Fernández Vázquez (Tito), y se centra en las principales actividades del siglo XX en el pueblo, más allá de citar otros acontecimientos por los que pasa por alto, como la Revolución de Asturias o la Guerra Civil, que también se vivieron en la zona.

Si en los primeros años del siglo XX Santa Marina era un territorio dedicado básicamente a la agricultura y la ganadería, pronto experimentó una «gran revolución» con la llegada del carbón, la implantación del ferrocarril y, más tarde, con la construcción del pantano de Bárcena. «Las minas y el aprovechamiento del carbón que se fue manifestando en las inmediaciones del pueblo cambiaron su economía de manera permanente», explican los autores.

Quizá el nombre más conocido en el municipio de Toreno y, por tanto, en Santa Marina del Sil, con referencia a las minas, sea el de “Antracitas de Gaiztarro”, con su propietario, Candelario Gaiztarro, a la cabeza, sin poder olvidar tampoco a “Durana”, de Nicolás González de Durana.

El siguiente hito histórico en el avance de las minas se produce el 18 de junio de 1919, cuando se realiza el primer viaje público del ferrocarril de Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP), que se había construido en menos de un año. El mismo día 18 se desplaza desde Villablino a Ponferrada cargado de carbón.

Resaltar de este periodo el Decreto de 26 de septiembre de 1952, que dispone la exclusión del servicio militar activo para los mozos que se encuentren trabajando en el interior de las minas, y el Decreto de 26 de julio de 1957, que prohibía el trabajo de las mujeres en el interior de las minas.

La construcción del embalse de Bárcena finalizó en 1956, lo que supuso para Santa Marina del Sil una mayor dificultad o imposibilidad del aprovechamiento de la agricultura y la ganadería y, por tanto, una mayor dependencia de la minería del carbón. A partir de 1958 la producción de antracita se estabilizó, con tendencia al descenso, debido a la importación de combustibles líquidos

La historia de Santa Marina del Sil a lo largo del siglo XX viene marcada por tres hechos fundamentales: la minería del carbón, la Guerra Civil y la construcción del embalse del pantano de Bárcena. «De los tres, pensamos que el último es el que más ha incidido en el modo de vida de sus gentes, en el devenir de su economía doméstica y en su medio natural. Su situación geográfica, al lado del Sil, y el aprovechamiento de sus aguas para el desarrollo de los Planes de Regadío del Bierzo a comienzos de la mitad del siglo XX, fueron los factores condicionantes y determinantes, podíamos decir, de su acontecer desde ese momento hasta la actualidad», dicen los autores.

Su construcción finalizó en 1959. Es de tipo de gravedad, de planta recta con aliviadero sumergido en el cuerpo de la presa (de un vano) y de superficie (de dos vanos), y embalsa un volumen de 341,5 hm3. Su nivel máximo está situado a 620 m y la cota mínima de explotación es de 580 m.s.n.m. Presenta una longitud de coronación de 166 m y una altura de 109 m. La superficie de la cuenca es de 1.355,4 km2.

El embalse tiene una capacidad máxima de 234.127.000 m3 y, útil, de algo más de 173 millones, inundando casi ocho millones de metros cuadrados, pertenecientes a las poblaciones citadas anteriormente. El embalse abastece de agua al Canal Alto del Bierzo, a la Mancomunidad de la Comarca de Ponferrada, a la central hidroeléctrica de Bárcena (para mover sus turbinas) y, hasta su cierre, a la Central Térmica de Compostilla II para su refrigeración.

La construcción del pantano de Bárcena supuso para Santa Marina del Sil que casi la totalidad de sus tierras más ricas fuesen cubiertas por las aguas del embalse y sujetas a una expropiación forzosa. Pero eso no fue todo, ya que como se tuviese que modificar el trayecto del ferrocarril de Ponferrada a Villablino al quedar cubierto el puente sobre el Sil poco antes de llegar a Santa Marina del Sil, también se expropiaron tierras que de no ser por esta circunstancia se hubiesen salvado. Una expropiación que no afectó solo a fincas sino también a una veintena de casas situadas en el barrio de Abajo, por donde transcurría el nuevo trazado ferroviario.

En total se expropiaron 2.096 fincas en Santa Marina del Sil, 1.870 correspondían a las inundadas por el embalse y 226, a las que se realizaron como consecuencia del cambio del trazado del ferrocarril de Ponferrada a Villablino. De ellas, de vecinos que en el año 1956, año en que fueron realizadas todas las expropiaciones, fuesen de Santa Marina eran 1.370, de las inundadas, y 177, de las ocupadas por el ferrocarril. En total: 1.547. El resto, 549 fincas de vecinos de otras localidades, menos 27 que eran propiedad de los Servicios Hidráulicos del Norte de España.

Entre las 1.547 fincas expropiadas a los vecinos de Santa Marina del Sil, se encontraban las mejores. Lo que supuso prácticamente que la ganadería y la agricultura se convirtieran en un factor económico residual para la mayoría de sus habitantes. Al no quedar inundadas la mayor parte del pueblo, la expropiación forzosa fue parcial, mientras que en Posada del Río y Bárcena del Río, al ser inundados los cascos de población y la mayor parte de las tierras fértiles, la expropiación fue total, lo cual, tras una larga y penosa espera de algo más de 15 años tuvo su recompensa, ya que en 1973 las indemnizaciones que los vecinos recibieron estaban relativamente de acorde con el valor real de las fincas, casas y demás conceptos que se recogían en las propuestas de los tipos que conllevaba una expropiación forzosa y total.