SOCIEDAD
Ponferrada extenderá a toda la ciudad el plan para detectar ancianos solos que ya involucra a 30 locales en Flores del Sil
El proyecto Faro ya atiende a 35 personas y edita la revista 'Voces de vida' con sus testimonios
El panadero, extrañado porque el cliente de toda la vida, que vive solo, lleva cuatro días sin comprar la barra o la hogaza. El carnicero que echa en falta a su vecino y le pregunta si está bien cuando por fin lo ve entrar por la puerta. El vendedor de lotería, el dueño del bar donde toma café, que avisan a los servicios municipales cuando detectan otro caso de soledad no deseada que está minando a alguno de sus conocidos. Así funciona el proyecto Faro que el Ayuntamiento de Ponferrada desarrolla en el barrio de Flores del Sil y que involucra a una treintena de locales. La idea, confirmaron este jueves el alcalde, Marco Morala, y la concejala del área, Mari Crespo, es llevar el modelo al resto de la ciudad. "Es importante saber que no estamos solos si no queremos estarlo", resumió Morala.
El proyecto Faro, que colabora con el colegio La Inmaculada de Camponaraya porque es el único donde funciona un grado de formación de técnicos de animación sociocultural, ya mejora la calidad de vida de 35 personas en Flores del Sil. Treinta y cinco mujeres, son mayoría, y hombres que acaba de colaborar en la edición de una revista, 'Voces de vida', donde comparten sus testimonios. "Demandan atención, que se les escuche", explica Mari Crespo durante la presentación de la revista. Compartir sus vivencias, participar en actividades comunes -preparan una excursión a León y a Astorga, ciudades que muchos de ellos no conocen- sentirse protagonistas "disminuye su sentido de la soledad", explica Cristina Fernández, una de las educadoras sociales del programa junto a Alba Estébanez.
Solo hace falta echar un vistazo a la revista, que tendrá continuidad, para comprobarlo. "Mi primer recuerdo es a los nueve años, cuando me mudé a Villalba, en Madrid, por el trabajo de mi padre. Mi padre, Gregorio, era pastor y tenía viñas, corderos... Mi madre, Antonia, era ama de casa, aunque ella hacía de todo. Por ejemplo, limpiaba el cuartel de la Guardia Civil", cuenta en el primer y largo artículo de memorias Francisca Benito Robledado, a la que todo el mundo conoce por Paquita y que nació en 1948 en un pueblo Segoviano.
"Hablaba mucho con mi madre, que era una mujer de mucho temperamento. Murió a los 98 años y hasta los 90 nos tenía a todos bajo control, incluso a los que ya estábamos casados", cuenta Juan García Rodríguez, nacido en Las Vegas de Yeres, "un pequeño pueblo de La Cabrera" en 1943. Y añade Juan fotografías de su juventud, de soldado en Sidi Ifni, o bailando con una amiga en Benavides.
"En la frutería de mi barrio, Sole me entregó un folleto que cambió mi vida. Nunca imaginé que ese pequeño gesto me llevaría a descubrir un mundo de cariño y compañerismo en el proyecto Faro", relata, feliz, Rosa Garrido Martínez. Y sin duda, las de Paquita, Juan y Rosa son tres voces llenas de vida.