«La embajada en Colombia me mintió para que no lograra la residencia y pido una oportunidad»

Óscar Armando Ortega, ciudadano colombiano de 31 años, casado y con una hija de nueve, ha estado a punto de conseguir el documento que media entre la miseria y la posibilidad de atisbar la certeza de que el futuro es algo que va más allá de lograr que pase un día más sin que te soliciten unos papeles que no tienes. Hace menos de un año estuvo a punto de conseguirlo, pero el infortunio o la mala fe le han hecho volver al punto de partida -ojalá no a un punto sin retorno-. Óscar llegó a España el once de febrero del 2001. «Lo hice como la mayoría, con un pasaporte de turista que me caducó en el mes de mayo». «Desde entonces trabajé en la recogida de la cebolla en Valencia, como humorista en una cadena de radio latina, América FM, como pintor, en la vendimia en Cacabelos, y, finalmente en la construcción», explica. Tan sólo en el último de los casos tuvo la suerte de que le ofrecieran el contrato que abría la puerta a la regularización. «Fue la primera vez que pensé que podría tener un futuro claro en España». Eso ocurrió en marzo del año pasado. El día ocho de ese mes, el Ministerio de Trabajo acepta la documentación para iniciar el proceso de regularización. Óscar está a punto de conseguir el permiso de trabajo. «Después de eso comenzaría los trámites para lograr el reagrupamiento familiar». Es su madre la que acude al consulado de España en Cali para que la Embajada tramite el expediente. Desde el día 8 de marzo hay un periodo de tres meses para realizar la documentación oficial. Es decir, el consulado debería haberle dado una cita con la Embajada como tope el día 8 de junio para que cumplimentara la documentación y la sellara con esa fecha. Sin embargo, en el mes de mayo le dieron cita para el 22 de julio, con lo que Trabajo rechazó la petición de Óscar alegando que el plazo había expirado. «He perdido ya todas las esperanzas. La única posibilidad que me queda es subsistir durante un año más y lograr demostrar que llevo tres años en España. Sólo pido es que me den una oportunidad. No supone tanto ¿verdad? ¿Qué es lo que tengo que hacer? Quiero respetar y cumplir la ley, pero ¿qué puedes hacer cuando te quitan la esperanza?», se pregunta insistentemente el mismo imigrante un tanto desesperado.