Diario de León

DESDE MI RINCÓN Rita Prada

A punto de acabar

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León

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Estamos a las puertas de que el cuatrienio 1999-2003 finalice su andadura. Será a partir de este verano cuando una nueva corporación provincial asiente sus reales en el Palacio de los Guzmánes, sede de la Diputación Provincial. Espero con cierta ansiedad que esto suceda puesto que durante estos inacabables cuatro años teníamos constancia de que existían diputados provinciales únicamente por dos cosas; bien por las sonoras broncas que en el interior de la institución ocurrían, imposible que no trascendiesen a la opinión pública, o, bien porque el cambio de tarea y destino de estos representantes ha interferido en el día a día de la faena a desarrollar. Me atrevo a afirmar, sin temor a equivocarme y sin que me acusen de demagoga, que este último periodo ha sido penoso para la institución y lo que representa o debería de representar. Descabezada la jefatura y sin una dirección política definida la Diputación Provincial se ha convertido en una jaula de grillos donde el reparto de lo poco que sobrevive y el mangoneo han pasado a ser normas habituales de gobierno. Supeditadas las decisiones de la mayoría gobernante a un consenso entre dos bloques irreconciliables dentro de su mismo seno ha originado en la sociedad leonesa una falta de confianza difícil de reparar. Es bien cierto que en todas las corporaciones provinciales ha habido sus más y sus menos entre sus inquilinos eventuales y que, visto desde una perspectiva puramente personal, puede hasta considerarse natural. Lo actual va más allá de lo natural. Los diputados provinciales son representes de los municipios y se supone, lo cual ya es bastante suponer, que su misión es obtener los mayores beneficios para sus representados con un reparto equitativo de los fondos existentes. Ocurre que la mayoría de las veces esto no suele pasar y los diputados provinciales olvidan que la representación abarca a todos los municipios y se limitan a sacar el mayor provecho única y exclusivamente para sus ayuntamientos dejando en la estacada al resto. Por una parte priman los intereses partidistas, pura lógica, y por otra, descorazonador, los diferentes grados de simpatía o antipatía entre los miembros del mismo partido. Ha sido, es y será la queja continua de los alcaldes puesto que consideran a la Diputación, debido a lo raquítico de sus presupuestos municipales, como la única vía directa que tienen como fuente de financiación. Resulta indignante que algunos municipios tengan hasta sus caminos agrícolas asfaltados y otros carezcan de una prioritaria y saludable traída de aguas y alcantarillado.

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