Upa Dance

El Campus Universitario de Ponferrada se encuentra en capilla y los institutos más o menos. Febrero con sus exámenes cuatrimestrales se aproxima y eso se nota en los pasillos. Las veladas cerveziles nocturnas se disipan y la peña se queda en su casita o en el aulario repasando apuntes, resolviendo problemas y consultándose dudas. Pero no, no se crean que este es una artículo costumbrista y super "modelno" de los sufrimientos, insomnios, tensiones y nervios de la pobre juventud universitaria y bachilleril, no. Introduzco estas circunstancias para intentar destripar los porqués de que algunas series de televisión de esas que tratan las "vicisitudes", "calentones", "miedos" y "maneras" de los jóvenes (aunque los protagonistas piten ya canas en sus partes), alcancen un éxito incoherente a su calidad. Me refiero, por supuesto, a esas indignas, infames y amorales soplapolleces que llevan por título "Veintitantos" y "Un Paso Adelante". Increíble ¿Verdad? ¿Realmente los jóvenes son tan idiotas como reflejan estos tratados sociológicos de la ficción televisiva nacional? Y resulta que sí, porque cuando uno conecta la radio (cadenas musicales) en ella solo se escucha una obra maestra de la música, la quinta esencia de las melodías interpretada por unas voces que por torrente dejarían en evidencia a Placido Domingo o a Pavarotti; por garra ridiculizarían a Camarón; en cuanto a estilo doblegarían al mítico Sinatra y por carisma ningunearían a Jagger. Sí amiguetes, es UPA dance y su "Muchachita" o "nena" o algo así. Y uno todo alienado en su incredulidad sale a la calle, se toma algo en el Burbia y contempla a través de cristales cómo los zagales bajan de clase. Y no los ve idiotas. Son gente normal, con sus manías y sus vainas pero no idiotas. Y uno sale de noche, al temple, a las bodegas, a la gran manzana..., y continúa sin averiguar donde se encuentra esa semilla de la idiotez juvenil que ratifican los índices de audiencia televisivos y las listas de éxitos ¿A lo mejor es que en el Bierzo "semos diferentes"? Más listos, igual. Pero no. "La culpa la tienen los exámenes", me espetó un sabio veinteañero amigo a quien por respeto mantendré en el anonimato. "Con esto de los exámenes la gente, como ya no sale tanto, y mira si no los jueves en La Gatera o el Bombardier, por conciencia y esas cosas, se queda en su casita todo el día...¡Pero no se van a poner a estudiar! Siempre existe una excusa perfecta para no tocar un libro: la tele o la mala música por ejemplo. De ahí ese aparente exitazo", me espetó. ¡Eureka! ¿Y entonces, cuando acaben los exámenes terminará esta aparente enfermedad?, le contesté. Mi amigo, todo rojo, me contestó: «Ojalá».