Diario de León

DESDE MI RINCÓN Rita Prada

¿Adónde vamos?

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León

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Esta semana tengo la necesidad de salir de viaje y el panorama que se me presenta no es nada halagüeño; no lo es porque me asaltan una serie de dudas y voy a tener que decidir cual es el medio más adecuado a utilizar para el desplazamiento. No se crean pero la cosa no es tan sencilla. Hay que pensarse muy mucho cual es el transporte más conveniente para ir de un lugar a otro. Parece que la meteorología, disfrazada de lluvia, nieve, hielo, viento y no se cuantas cosas más no está por la labor de que disfrute de la fiesta en paz y me haga pensar en más de una alternativa. Contra la comodidad del automóvil se alían las pésimas condiciones en que se encuentran las carreteras que, una semana sí y otra también, dan al traste con mis deseos debido, quizá, a la lentitud o falta de medios para dejar la vía transitable en un tiempo razonable. Otra opción es emplear el transporte férreo, pero ¡puñetas! casi, casi me da miedo; hay que valorar y meditar si ésta decisión es la más acertada. No sé porque jugada del destino últimamente los trenes terminan saliéndose, con más frecuencia de lo que la lógica alcanza, de los raíles y, la verdad, emprender un placentero viaje para terminar aparcado en un terraplén tiene su miga. Algo está pasando y no consigo, por más empeño que pongo, adivinar que es. Sólo se me ocurre un retorcido pensamiento ¿no será que el insistente recorte presupuestario asignado al mantenimiento de las infraestructuras contribuye a agravar estas situaciones de por si naturales y acordes con la estación del año que nos encontramos?. Eso o hay un gafe rondándonos. Si a este revuelto atmosférico que ocurre en el panorama nacional y que tiene visos de continuar hasta no se sabe cuando le añadimos los fuertes vientos y negros nubarrones prebélicos que desde hace un tiempo circulan a lo largo y ancho del continente, mejor nos quedamos en casa abrigaditos y pegaditos a la pantalla del televisor, eso sí, haciendo oídos sordos a los informativos y regocijándonos con las chorradas programadas por las diferentes cadenas televisivas. Ya fastidiaría que los "día a día", "por la mañana", "sabor a ti", "a tu lado" y algún otro que se me olvida resultasen ser analgésicos mentales. Es clarísimo el divorcio entre gobernantes y gobernados. Mientras aquellos anteponen "razones de estado" para las que la mayoría de los mortales no tienen explicación, éstos apelan al sentido común para contrarrestar esas supuestas poderosísimas razones que se barajan en los foros políticos internacionales. Lo más jodido de la cuestión es que de tanto comernos el coco a lo mejor caemos en la trampa de lo que, a todas luces, es injustificable.

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