Sin demagogias

Hace doce o trece años que estalló la primera Guerra del Golfo que, por lo visto, no sirvió para nada o resultó muy fácil a juzgar por las ganas que tiene el hijo del presidente de los EEUU de entonces, George Bush, de calentarle los morros a un pueblo iraquí que vive, no lo olvidemos, en una dictadura. Recuerdo que en aquella época gran parte de la intelectualidad nacional se manifestó en contra de tal abuso y de la postura de peloteo absoluto con el amigo americano que nuestro gobierno, entonces mandaba el PSOE, mantuvo. Manifestaciones de actores, de pacifistas, de hoplitas y de estudiantes se sucedieron durante varios meses con un mensaje muy claro: "No a la guerra". Todo el ruedo ibérico a una sola voz se pronunció contrario a ese abuso del matón del pueblo a pesar de que institucional y militarmente nosotros ayudamos, como estado, a desvalijar a un país que se moría de hambre. Hoy, una década y un siglo más tarde, parece que no hemos avanzado nada y para colmo huele a putrefacto por doquier. El ejecutivo actual no resulta menos lameculesco que el de antaño, aunque sí más ursulino a juzgar por su rebote tras los goya, y el principal partido de la oposición, aquél que nos metió en el primer conflicto, proclama la no intervención no sabemos si por electoralismo barato incoherente con su comportamiento de los 90 o por un verdadero y honesto antibelicismo. Y un hedor de sospecha e intereses particulares cubre nuestra piel de toro y encima, para más INRI, el elemento más inquieto de toda sociedad, el sector más desinteresado, con más tiempo para pensar y analizar la situación, el más utópico y visceral todavía no ha se ha implicado ¡Qué pena! Parece mentira que la juventud, desde institutos y universidades, no salga a la calle y exprese su opinión. Seguramente se encuentren ya hartos de abusos de autoridad, muestren su desencanto y frustración, incrédulos ante su posibilidad de intervenir (recordemos las últimas reformas educativas de secundaria y de universidades) y ni si quiera de influir. Pero, por favor, reivindiquemos nuestro derecho a protestar, a criticar, a cambiar el mundo. Viva la revolución y la imaginación al poder, soñemos que se puede conseguir un mundo mejor, sin guerras, ni abusos, que todo sea por buena voluntad y no por míseros intereses. Saquemos lo positivo de la aldea global y creemos un nuevo mayo del 68 mundial contra los abusos y las guerras. Podemos comenzar en El Bierzo y desde el campus de Ponferrada manifestarnos en contra de la Guerra. Sólo es un comienzo pero cualquier día es bueno para decir no a las bombas. Seguro que muchos profesores, amigos y vercinos de la zona se adhieren a esa creencia.