Un parapléjico de Ponferrada pide al Ayuntamiento que le construya un acceso a la puerta de su casa para salvar un escalón y poder salir a la calle
Una rampa para Genaro
Genaro Rodríguez tiene 68 años y lleva 40 en una silla de ruedas. Maquinista de la MSP, un accide
Genaro Rodríguez ha pedido al Ayuntamiento de Ponferrada que le construya una rampa a la puerta de su casa, un bajo de alquiler en un edifico del Barrio de Los Judíos donde todavía se puede ver la placa del Ministerio de la Vivienda, con el yugo y las flechas. Y es que para el antiguo maquinista de la MSP, el primer problema del día es salir a la calle. «Mi mujer ya va mayor y no tiene fuerzas para colocar la rampa de madera», asegura a este periódico mientras señala con su único brazo las tablas que todos los días alguien tiene que arrastrar de un rincón del portal para que él pueda salvar el escalón con su silla eléctrica de ruedas. Genaro, conocido porque ya era un habitual de los partidos de la Ponferradina en el viejo estadio de Fuentesnuevas, vive sentado desde que a los 28 años, un 28 de enero de 1963, saliera despedido de la maquina eléctrica que enseñaba a manejar a un ayudante en el antiguo Coto Wagner de San Miguel de las Dueñas en un movimiento brusco y las vagonetas le atraparan. Genaro perdió el brazo derecho y estuvo entre la vida y la muerte durante 48 horas, hasta que salió del coma. «Las vagonetas me machacaron la columna y de cintura para abajo no siento nada», relata con el timbre neutro de voz de quien ha contado la misma historia decenas de veces. En el hospital de parapléjicos de Madrid -«ya no recuerdo el nombre, entonces era el único que había», dice- coincidió con Julio Iglesias cuando la futura estrella de la canción melódica y portero del Real Madrid de fútbol tuvo que someterse a una intervención. «Tenía la misma fractura de columna que yo», asegura antes de contar que el cantante no le ha olvidado. Una fotografía en la avenida de La Puebla, cuando Iglesias viajó a Ponferrada hace dos años para ofrecer un multitudinario concierto, así lo atestigua. El anónimo maquinista, sin embargo, salió peor parado que el cantante, y las complicaciones de sus graves lesiones hicieron que los médicos terminaran amputándole una pierna. Genaro, que presume de tener 700 libros en casa, es un lector asiduo de la prensa local y suele colocarse en la esquina de su calle con la avenida de América para ver pasear a la gente, cuando no se toma un café en uno de los bares de la zona del que es cliente habitual. Las escaleras y los bordillos de las aceras, los coches aparcados sobre los pasos peatonales, son sus mayores enemigos. Y el primero de ellos, le espera todos los días a la puerta de su casa. En el Ayuntamiento ya le han dicho que tendrá su rampa, pero el tiempo pasa y Genaro sigue esperando.