Herrera encuentra los orígenes del hombre en el embutido y la cocina

«Monarca indiscutido de la mesa berciana, orgullo cultural y gastronómico de León, uno de los platos mayores de la cocina de Castilla y León». Todo eso, y algo más, dijo anoche Juan Vicente Herrera del botillo en Bembibre, cumpliendo con el papel de pregonero de una nueva edición de su festival. Y como manda la mejor tradición de literatos, periodistas y políticos que con anterioridad elogiaron hasta el requiebro al embutido berciano, el pregonero de este año no se amilanó y, sin duda influido por su condición de burgalés, se remontó a Atapuerca y al hombre prehistórico para encontrar en la cocina, y en la carne embutida y cocinada, los orígenes de la palabra y de la civilización. Si somos hombres, vino a decir Herrera es porque cocinamos. Porque la cocina dio origen a la palabra. «Entre bocados y brindis hemos construido la civilización, el arte, la cultura y por encima de todo, la familia», dijo anoche. Con embutidos similares al botillo «fruto de la necesidad y el ingenio», añadió, el hombre venció al hambre y al frío, se multiplicó y evolucionó. Porque el botillo, recordó Herrera es «resultado de la sabiduría popular», «secreto de madres y abuelas» que se transmitió de generación en generación. Y hoy es más. Es emblema de una tierra singular, como lo es el pimiento o la castaña, que no tiene que ver, dijo sazonado su discurso de humor, con la «cogorza de la ingesta de aguardientes y orujos». El pregonero reconoció su condición de aficionado al referirse al botillo, pero no quiso concluir su reflexión sin atreverse a ofrecer a los presentes su receta para una correcta digestión: «Aplazar querellas, cuitas y discordias y comerlo en buena compañía».