Diario de León

FRAGUA DE FURIL Manuel Cuenya

El botillo, un premio desierto

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León

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Al parecer, el botillo ya no inspira al personal a la hora de escribir. Ni siquiera en lo que le suponemos como alimento afrodisíaco. Pues el certamen literario y/o periodístico de este año en Bembibre se hizo desierto en el páramo de las ideas congeladas. Es probable que se les hayan congelado las ideas y la sintaxis a los concursantes. No nos extraña, habida cuenta del temporal de frío que hemos sufrido durante estas últimas semanas. Puede que el frío paralice las palabras, que se tornan estalactitas en la caverna de los osos aletargados. Uno desconoce el número de trabajos que se presentaron a concurso. Tal vez no se hayan presentado más allá de cuatro o cinco gatos y gatas. Nada sabemos al respecto. Nuestros respetos, sin embargo, para aquellos que hayan intentado llevarse la gata o el gato a la piltra. Tampoco sabemos si los cuentos y/o escritos presentados reunían las mínimas esencias literarias para ser reconocidos por el jurado de turno. Un jurado del cual tampoco tenemos noticia. Uno, vaya por delante, no se presentó a tal concurso. Es una verdadera lástima que no haya habido ni un solo cuento o texto aprovechable, digno de ser premiado. Es evidente que algo falla en nuestro Alto Bierzo, en este Bierzo querido, en esta abandonada provincia de León, que se vuelve estepa en todos los rincones de su orografía. El gentío leonés, en su mayoría jóvenes instruidos, se larga en busca de nuevos y esperanzadores horizontes. León hace tiempo que tocó fondo. Se están agotando las minas. Se mueren sus gentes... Todo se resuelve por la vía alucinógena de las fantasmagorías. Es como si fuéramos incapaces de escribir algo con fundamento, que mereciera los respetos de un jurado versado en gramática. Escribir, no obstante, no es tan fácil como a algunos les pudiera parecer. Y escribir una historia o un relato que despierte la atención del lector requiere cierto talento y alguna entrega. Si escribir fuera tan fácil, nos dedicaríamos todos a juntar palabras y ya está. A vivir, que son cuatro días mal contados. Da pena, decía, que no haya habido ni un solo escrito que llamara la atención del jurado. Pero como el sarao del botillo no presta demasiada atención al certamen literario, a nadie le preocupa que el supuesto premio haya quedado desierto. Salvo a quienes participaron en el concurso. Qué algo tendrán que decir. Suponemos. Lo importante en este festival del botillo nunca ha sido ni será el certamen literario, sino la pasarela de moda de alguna comparsa política y carnavalesca. Una forma como cualquier otra de entrar con buen pie en el próximo martes de Carnaval.

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