Los conductos de agua en los muros desconciertan al arquitecto

La escalinata y la rampa son los dos descubrimientos más espectaculares para el visitante que este verano podrá acercarse al monasterio de San Pedro de Montes, pero quizá lo que más ha llamado la atención al arquitecto sean las conducciones de agua que los obreros han hallado en el interior de los muros. «Resulta desconcertante encontrarlas en el mismo plano que las vigas de los formados por siempre se suele alejar el agua de la madera, así que la hipótesis es que no debería llevar mucha agua», explica. Eloy Algorri también se muestra sorprendido por la aparición de un aljibe, cubierto bajo cuatro metros de escombros, en un lugar donde esperaba hallar una escaleras que comunicaran con el claustro y que obligará a modificar la ruta de las visitas. «Primero apareció una escalera de bajada de buena factura, pero eso era previsible. Lo que nos ha soprendido es la estancia con el aljibe y una trampilla para acumular el agua. Esperábamos hallar una estancia de paso y hemos encontrado una de servicio». El desescombro también ha sacado a la luz la estructura de unas letrinas en otra estancia, cuenta el encargado de obra Teodoro Salamanca, posiblemente, como los otros descubrimientos, de los dos últimos siglos de vida del cenobio, fundado en el siglo VII por San Fructuoso y reedificado a lo largo de las centurias hasta finales del siglo XVIII. Los mojes abandonaron el monasterio con la exclaustración de principios del siglo XIX y durante un corto periodo de tiempo, fue ocupado por los habitantes de San Pedro hasta que sufrió un incendio en 1848 del que sólo se salvó la iglesia.