Cuatrocientos años de silencio

Corría el año 1606 cuando la fundadora del convento villafranquino de La Anunciada plantó un ciprés que cuatro siglos más tarde sigue siendo la enseña no sólo de este lugar de recogimiento, sino la almena de la localidad berciana. Sin embargo, acosado por enemigos como la cochinilla, las nuevas especies vegetales introducidas por las moradoras del convento, los recuerdos dejados durante siglos por los anidamientos, las grietas, y la ausencia del drenaje adecuado para acometer con satisfacción el paso de la savia a su organismo, puede que no sea capaz de llegar a vivir de manera plena su madurez. Cuesta creer que algo así ocurra en un entorno como el de un convento de clausura. Un lugar alejado del curso del tiempo pone un plazo límite a su más antiguo morador, que parece seguir ascendiendo en el conocimiento de su propia caducidad. Diez años. Esa es la fecha que el equipo encargado de salvarle la vida se ha establecido para determinar si este ciprés, que apenas ha llegado a su edad de madurez, podrá ver su otoño o despejará de manera irremediable el cielo de las clarisas. Equipo de urgencias El dispositivo puesto en marcha para darle una nueva oportunidad llega de Valencia. El especialista Bernabé Moya, director del departamento de árboles monumentales de la Diputación valenciana será el encargado de reanimar al moribundo. Si alguien puede volver a bombear de vida a este ciprés, ese es sin duda alguna Moya, entre cuyas credenciales está la conservación de árboles monumentales de Extremadura, Cataluña, Andalucía, Madrid, Italia y un largo etcétera. Autor de los libros Árboles y arboledas monumentales y singulares de la provincia de Valencia, ha escrito numerosos artículos en revistas técnicas y en los principales medios de comunicación, y es miembro fundador de la Asociación española de Arboricultura. El especialista Bernabé Moya ha realizado un minucioso análisis del ciprés y su diagnóstico es más que desalentador. Quizá por ello ha recomendado al alcalde de la villa, Agustín García Millán, que recopile toda la documentación gráfica e histórica existente sobre el ciprés, con el fin de que su desaparición no lleve pareja la desmemoria y el olvido. Por el momento se desconoce si la estructura interna del enfermo podrá ser restaurada, pero el tratamiento comenzará de forma inmediata, y en una primera fase se extenderá durante cerca de un mes. Ésta será la prueba de fuego que determine si este árbol -que tiene un lugar de honor en España junto al archiconocido de Silos y a los cipreses de La Alhambra- vivirá para celebrar un nuevo siglo o habrá cumplido definitivamente su ciclo.