| Reportaje | La Escuela de Cine ensaya con un musical |
Emulando a Ginger y a Fred
Edurne siempre lo supo, incluso mucho antes de acudir a la clase magistral que el director de cine Gonzalo Suárez ( El portero, Remando al viento ¿) impartió hace dos años para inaugurar la Escuela de Cine de Ponferrada de la Universidad de León. Sin embargo no sabía ni el cuando ni el cómo. Aquél día en que se presentó desde su Pamplona-Iruña natal, toda guapa aunque informal, con un estudiado aliño indumentario, en la capital de El Bierzo sabía que por fin se dedicaría a lo que más le gustaba: escribir películas. Mucho ha llovido desde entonces, desilusiones varias incluidas, y hace menos de seis meses, ya en segundo curso, quedó con su compañero de dirección para pergeñar una de las dieciséis prácticas finales que desde enero y hasta finales de junio se ruedan en la zona. La cita era a las 22.30 horas, después de clase. «Vale, de acuerdo entonces dices que estaría bien que fuera una historia de amor ¿no?», espetó, ya en faena con su compañero. «Sombreros borsalinos y panamás, de esos que pintaba Úrculo o fotografiaba Hockney, pamelas, abanicos, niños con canotierre y una banda de música en la pérgola de El Plantío interpreta «Flamenquerías». Entonces, de repente, aparece un marinerito y con voz aterciopelada y estilazo zarzuelero se pone a entonar: Hoy es el día de los enamorados, tralara, lara, lara, la, la, la...», fantasearon mientras se descojonaban por la chorrada. Sería un homenaje a esas maravillosas películas en las que Fred Astaire y Ginger Rogers se deslizaban sobre la Venecia más idealizada y maravillosa que jamás se hubiera visto (como les confirmó el ocotogenario y oscarizado Gil Parrondo el curso pasado), a las pelis de Stanley Donen, Vincent Minnelli, o al ese aún ignoto Jacques Demy ( Los paraguas de Cherburgo, Las señoritas de Rochefort ). Una oportunidad estupenda para plasmar ese espíritu y esos colores chillones, a la alegría de vivir, al Siempre hace buen tiempo y sino se puede cantar bajo la lluvia. Acordaron que la peliculita iría en ese género y en ese plan mientras prostituían la idea original que Javier Roldán les prestó para este cortometraje. «Si hacéis un musical tendréis todos mis respetos, sobre todo por locos y estoicos», les animó otro compañero de guión, Juan, a la par que Roldán les otorgaba su beneplácito sobre los cambios. Pero eso era sólo el principio. Enseguida Mon (el director de sonido) se puso a adaptar las canciones y lleva currando casi cinco meses. Y Oli (el director de fotografía) mira a ver cómo irá la luz y cómo quedarán los planos eternos y con grúa. Los actores no paran de ensayar bailes y de entonar las canciones ¿Y ayer todos estaban como flotando entre la plaza del Ayuntamiento y el parque del Plantío, mientras Edurne recuerda que siempre supo que escribiría un musical. Ahora junto con el director se encuentran acongojados, piensan que dónde se han metido porque hacen falta muchas cosas, muchas coincidencias y mucha ilusión todavía para que hasta el día 13 todos los miembros de esta práctica conjunta de segundo curso puedan plasmar un algo que quede más o menos decente. Porque una película no depende sólo de uno, y cada miembro del equipo resulta el más importante (director de fotografía, segundo operador, eléctricos, maquinistas, sonido, montaje, multimedia...). Hay mucha, mucha gente que aporta su granito (figuración, peñas de carnaval, farmacéuticas, colegios de música, grupos de teatro, concejalías y concejales¿) de arena y todos sus encomiables esfuerzos. Todos se han empeñado en que Ponferrada sea el plató de un musical de época hasta el próximo viernes 13. Las primeras escenas del trabajo práctico de los alumnos de segundo se rodaron ayer en la plaza del Ayuntamiento y en el parque del Plantío.