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Vino turismo en el Bierzo Alto Antes de la rehabilitación

Publicado por
Roberto Arias - ponferrada
Ponferrada

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Antolín López Peláez, obispo de Jaca y arzobispo de Tarragona a caballo entre los siglos XIX y XX, se solazaba entre los fértiles viñedos de Albares de la Ribera y el fresco y frondoso huerto que se tendía a los pies de su casona, que todavía hoy se conserva llamativa en el centro del pueblo. En ese marco privilegiado del Bierzo Alto, en el municipio de Torre, un grupo de emprendedores, capitaneado por un hijo de la localidad, Gabriel Merayo, pretende volver a hacer germinar las vides y crear una bodega que no sólo alumbre vinos de alta calidad, sino que se convierta en un punto más de referencia para quienes visitan la comarca. Algo así como el Palacio de Canedo de Prada, o con una perspectiva más grandilocuente, un pedazito de la ruta de los chateaux franceses. Lo cierto es que Viña Albares, que así es como se denomina la razón social, culminará el año que viene una inversión que se aproxima a los dos millones de euros. Primero en la plantación y cuidado de veinte hectáreas de viñedos, de las que en trece se cosechará muy pronto la mencía y el tempranillo; luego en la construcción de una bodega, que irá medio soterrada gracias a un privilegiado talud en la ladera de las viñas, y también en la culminación de la restauración de un torreón, que en la zona se conoce popularmente como el «palomar del obispo», en el que Antolín López Peláez se entregaba a la meditación y a la vida contemplativa. El proyecto, desde el punto de vista industrial, no deja de ser ya de por sí singular. Será la segunda bodega que funcione en la zona del Bierzo Alto, minera por antonomasia, y obligará al Consejo Regulador a ampliar su marco territorial estatutario, en el que ahora no tiene cabida un municipio como Torre. Merayo espera que la cosecha del 2004 sea la primera que se embotelle en la nueva bodega, que tendrá una superficie de 1.500 metros cuadrados, y en la que se mimará a medio plazo la crianza en barrica. Para ello ya se ha concebido el soterramiento de una planta dedicada a cava, que además favorecerá la integración del complejo y amortiguará cualquier impacto visual. La meta es sacar al mercado no más de 200.000 botellas de Viña Albares, crianzas tintos fundamentalmente, pero también blancos. «Siempre primando la calidad por encima de todo». Aunque al portavoz de los impulsores de la iniciativa se le desborda el orgullo y la pasión personal cuando se refiere a la rehabilitación que está a punto de llevar a buen puerto en el torreón, «el palomar del obispo», que no hace muchos meses era una auténtica ruina, y que ahora va a convertirse en un emblema para la bodega, y también de la preservación del patrimonio de la zona. «Estamos recuperando nuestra historia», significa. En un plano mucho más material, Viña Albares creará del orden de media docena de puestos de trabajo, y dinamizará de forma muy importante la actividad agrícola, puesto en que en temporada de vendimia puede llegar a dar empleo a entre veinte y treinta temporeros. Además, muchos propietarios de viñedos de la zona, que los tenían absolutamente abandonados, se ha beneficiado también de las compras de la sociedad, que ha reunido en los últimos tiempos unas 130 parcelas mediante pequeñas adquisiciones. En la atracción de este nuevo turismo ligado al vino, Merayo espera hacer buena su experiencia ya en el desarrollo de ideas como la del atractivo centro rural de Ambasmestas (Vega de Valcarce), que estará en conexión muy íntima con la bodega y con su «castillo». Lo que no se sabe es si será oportuno explicar a los visitantes que el obispo Antolín López Peláez era un activo militante de la liga antialcohólica. Antes de la rehabilitación El castillo o el «palomar del obispo», como se conoce en Albares de la Ribera al rincón en el que Antolín López Peláez se aislaba del mundo terrenal, era una auténtica ruina hasta que los inversores de Viña Albares, y muy en particular Gabriel Merayo, apostaron por la explotación de los viñedos y por convertir la histórica construcción en el signo de la revitalización y la diversificación de esta zona del Bierzo Alto.