Diario de León

La Seguridad Social notifica al barrenista, accidentado en Uminsa, que ya es apto para trabajar

Los médicos obligan a volver al tajo a un minero tullido hace dos años

Antonio Piris acudirá hoy a la mina, en Santa Cruz, con las dos muletas que le permiten caminar

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Roberto Arias ponferrada
Ponferrada

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La evaluación de un tribunal médico devolverá esta mañana a la mina a Antonio Piris Teixeira, un barrenista de 34 años, vecino de Toreno, que hace dos sufrió un accidente laboral en una explotación del grupo Victorino Alonso en Santa Cruz del Sil (Páramo). El problema es que Piris camina desde hace 28 meses, desde que su espalda se quebrara por un esfuerzo en uno de los tajos de Minera Peñarrosa, acompañado de manera inseparable por dos muletas y atormentado por unos dolores que sólo es capaz de calmar a base de potentes analgésicos. En el informe médico que el trabajor encargó para justificar su baja laboral se concluye que «padece lesiones muy evolucionadas en la columna lumbar con sintomatología neurológica de extremidad inferior izquierda», y se relaciona directamente la dolencia con el «accidente laboral que sufrió el 26 de abril del 2001». Además, el doctor que le examinó concluye que sus problemas se han ido agravando exploración tras exploración. Frente a este criterio, sin embargo, el Instituto Nacional de la Seguridad Social, del Ministerio de Trabajo, ha otorgado absoluta credibilidad al último informe de un tribunal médico, del pasado mes de julio, en el que se concluye que Antonio Piris puede volver al pozo. Los doctores encargados del caso considera que no debe calificarse al productor «como incapacitado permanente, por no presentar reducciones anatómicas o funcionales que disminuyan o anulen su capacidad laboral». En sintonía con estos criterios, la Dirección Provincial de la Seguridad Social ha notificado a Piris que mañana se incorpore a su trabajo en Peñarrosa, sociedad que forma parte de Unión Minera del Norte S.A. (Uminsa). Algo que el afectado hará con sus dos muletas, con las que convive a duras penas a lo largo de los últimos 28 meses de su vida. Es la única alternativa que le queda antes de acudir a la vía de los tribunales para que se reconozca su penoso estado físico.

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