| Reportaje | El bastón de mando, y de la discordia |
El «ex» devolverá sus atributos
Sobre el bastón de mando del Ayuntamiento de Villafranca podría pesar una extraña maldición. Tal vez la del joyero que estuvo a punto de embargar al consistorio, porque después de entregarlo al entonces alcalde, el popular Agustín García Millán, este se demoró bastante más de la cuenta en abonarlo. Entonces, el ejecutivo adminículo ya saltó a los medios de comunicación con similar protagonismo al que ha vuelto a adquirir después de que el nuevo regidor, el socialista Vicente Cela, amenazara el jueves con acudir a los tribunales si García Millán no lo devolvía en el plazo de dos días. El político popular respondió ayer a la advertencia de su compañero de Corporación, que no amigo, asegurándole que el bastón lo tendrá en sus manos en breve. Pero no sin antes tratar de poner a su sucesor en el peor lugar posible. «Claro que tengo ese bastón. Pero nunca me lo ha reclamado. Entre otras cosas, porque desde el pleno constitución de las comisiones ni siquiera me ha dirigido la palabra. Además, habría que recordarle que él tiene el original, de caña y plata que fue el que se le entregó cuando tomó posesión». A juicio de García Millán, Cela ha tratado de dejarle como una especie de delincuente con sus declaraciones. Pero le conminó a que repase si existe o no un acuerdo corporativo para que tanto el alcalde como los concejales se queden con los «atributos municipales». «Me he quedado con este bastón como los concejales con sus medallas. En todo caso no tengo inconveniente en devolvérselo. Lo único que denota su actitud es una falta de cortesía y de protocolo terrible. Es una represalia pobre -prosiguió el ex regidor y ahora diputado provincial- que dice muy poco del actual presidente de la Corporación». Millán insistió en que no se llevó la vara de empuñadura de oro a su casa por el valor material -el precio puede estar entre 2.000 y 2.500 euros- sino por una «cuestión sentimental». «Pero que no se preocupe, se lo voy a llevar y me tendrá que firmar la entrega», prometió con algo de rencor indisimulable en su tono de voz. Atribuible acaso, más que al bastón, al hecho de no poder gobernar Villafranca después de tantos años, y a pesar de obtener más votos que su rival.