MEPIROLAUNI
A cuenta de los H.R. brothers
DURANTE la Encina, una pareja de hermanos salió a partirlo. Copeo, juerga y no se sabe qué más departieron estos mozos de Toral en la noche ponferradina. Lo único que sabemos es que se los encontraron inconscientes dentro de un coche y que el más chico del dúo H. R. estuvo a punto de morir. El otro, cuyo estado no era mucho mejor, padece amnesia, dice que no se acuerda de muchas cosas ni de lo que tomaron y en ese plan. Sale en el periódico que si fue a causa de la consumición de drogas. Que si éstas podían encontrarse en mal estado, que si fueron pastillas adulteradas, que si el accidente acaeció a causa de la mezcla de distintos estupefacientes y no se qué historias más. Para más INRI, luego aparecen declaraciones de responsables institucionales explicando que la culpa la tienen las drogas de diseño y explican que el consumo de estupefacientes no resulta común entre la juventud si exceptuamos los fines de semana (vamos, que se pone hasta el apuntador). Que si no existe tanta gente que se drogue, que si la abuela fuma¿ Leo dicha sarta de chorradas con interés y una absoluta incredulidad hacia las necedades que se pueden llegar a espetar con respecto a un tema tan peliagudo y me parece que estas declaraciones de los responsables públicos parecen dichas hace 40 años y demuestran un total desconocimiento o una hipocresía grave al referirse a los índices de consumo de cualquier tipo de psicotrópicos. Para comenzar, deberíamos tomar conciencia de que existe muchísima gente, de todas las edades, que ha consumido alguna vez sustancias ilegales. Que por mucho que nos empeñemos, no todas las drogas son iguales y el cannabis lo consumen cada vez más gente de toda clase y condición. Uno, que debe ser muy raro no conoce en la zona a nadie menor de 50 años y mayor de 17 que no se haya fumado un chuflo y contemplo a más chavales de 14 y 15 que pillan con asiduidad. Sin ser un defensor a ultranza, me da la sensación de que años que el problema se debería haber puesto ya sobre la mesa nacional con honestidad. Hemos pasado de la primavera cultural y festiva de los 80, en la que reinaba el «drogas sí, gracias», donde el caballo se llevó a casi una generación, a la primera década del 2000 donde la coca, «pastis»¿, reinan en la noche. Sin embargo, cuando ocurre algo como lo de los H. R. brothers, volvemos a oír posturas oficiales y unos fórmulas ancladas en el siglo pasado. Pongamos las cartas sobre la mesa de una vez.