Sangría y deleite

¿NO OS parece que Sangría y deleite es un título adecuado para una peli en la que salta y baila la casquería sentimental y terrorífica?, una de esas «penículas» en las que aparece el matarife de marras, motosierra en mano, dispuesto a talar el tupido bosque de los cuerpos andantes. Mas no se trata ésta de una película asquerosa, sino de la sangría que está sufriendo desde hace años la provincia de León. En los próximos cuatro años perderemos un porcentaje altísimo de jóvenes. El Consejo Económico y Social estima que sólo será un 12%. Sin embargo, a este paso nos quedaremos solos, eso si soportamos el bajón, en este páramo mortuorio, que por otra parte deberíamos transformar en un gran parque de atracciones. A lo mejor nos cambiaba el rostro. La provincia de León hace tiempo que se está quedando vieja. Quizá siempre fue vieja. Por eso los jóvenes no tienen cabida en este reino de los cielos, en el que impera la ley del mejor enchufado, que no cualificado, a la pata de la mesa funcionarial. Los jóvenes, incluso bien instruidos, no encuentran un mísero trabajo al que engancharse. Qué alejados estamos de países dispuestos a ofrecerle al joven estudiado y voluntarioso un trabajo que lo dignifique, suponiendo que haya algún trabajo que nos vuelva dignos y dichosos. Lo cual es harto discutible. Países hay, como Inglaterra, en que los jóvenes, si bien no atan los gatos con longanizas, si encuentran con relativa facilidad un trabajo, no siempre maravilloso, pero sí un currito que les permite subsistir de motu propio, sin tener que recurrir al amparo familiar, como muchos jóvenes leoneses para quienes encontrar un trabajo acaba siendo un infierno. Ante este panorama, oscuro como la antracita, los chavales terminan abandonando la provincia. Por el momento sólo hemos hablado de sangría, ahora le toca el turno al «deleite», ya que también este vocablo forma parte del «meneíto» que estamos bailando. «Deleite» hace referencia, en este caso, a un programa de Desarrollo Local Integral para el Empleo. Una iniciativa que parece dispuesta a fomentar el empleo en las cuencas. No sé en qué se deleitarán los programadores de este ingenioso programa intentando meternos en «deleite», que encima huele a leche merengada, a dulce de leche argentino, a tofe de los de antaño. ¿Y de postre qué va a tomar? Pues, póngame un tantito de «deleite» y de paso, si lo tiene a «xeito», hágame el «favorsito» de acompañármelo con sangría, que es un cóctel riquísimo.