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Publicado por
MARÍA O. AÑÍBARRO
León

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AÚN NOS PARECE que están muy lejos las entrañables y comerciales fiestas navideñas, pero prácticamente están a la vuelta de la esquina y no es que lo diga yo o lo piensen ustedes, es que quien marca nos marca el ciclo de festividades, nos guste o no, son las grandes superficies con sus adornos de colores que nos van poniendo en antecedentes de la campaña consumista que se nos avecina, sin olvidar al calvo que nos vaticina la fortuna en cada esquina. Entonces la expresión más común es ¡pero si faltan dos meses para Navidad¡ y entonces las amas de casa, de las de antes, piensan en la cena de Nochebuena y los sencillos ciudadanos de a pie, en lo que le vamos a regalar nuestros más allegados. Está claro el regalo es algo común a esta celebración. Existe todo un negocio constituido sobre todo para distribuidoras de productos de alimentación dedicadas a la promoción y venta a empresas de estuches y cestas a empresas, que no sólo regalan a sus empleados, sino también a clientes y compromisos. Y si se han fijado el producto que nunca falta en estos lotes, además de los típicos productos navideños, es el vino. Al principio se incluía por considerar que en una comida o cena de celebración no podía faltar el vino como un alimento más, hoy el consumo de vino tiene otros significado. Los que se han adentrado poco a poco en este sano vicio que es la cultura del vino y por el ejercicio de catar esta apasionante bebida han educado el gusto, entienden que cuando alguien les regala una botella de vino esta alabando su inteligencia del receptor que considera una persona culta y de buen gusto, que sabrá entender la lengua del simbólico líquido y la historia que encierra su botella. Los no iniciados en el maravilloso y atractivo mundo de la enología y ciencias afines, que deben de ser ya pocos, no tienen otra alternativa, si no quieren que se les tache de ignorantes o paletos, que acercarse a una tienda especializada donde se pueden perder entre un montón de estanterías y quedar dulcemente impresionados por las formas caprichosas de las botellas y sus llamativas etiquetas. Pero antes de salir de la tienda con el objetivo cumplido, la botella a regalar, habrán recibido una instructiva charla sobre variedades, denominaciones, noble envejecimiento y aromas que les cautivará para siempre quedando atrapados por la fascinación del mundo del vino y no tendrán dudas sobre que vino regalar en la siguiente ocasión.

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