Diario de León
Publicado por
JORGE VILLA
León

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CARTELONES fiesteros, que no festivos, a propósito de efemérides varias aparecen periódicamente en los tablones del Campus de Ponferrada. Esta semana, cómo no, la historia iba de Halloween. Que si hay que ir disfrazado o de negro, que si tantas copas por sólo no sé cuantos euros y en ese plan. Luego, aparece en el informativo de Antena 3 un reportaje sobre como nuestros infantes se preparan para celebrar el Halloween y se disfrazan de brujas yankees, de malos malísimos de cine malo américano mientras vacían calabazas a tutiplén. Pues muy bien, me cago en las estúpidas tradiciones adoptadas del país de Disneylandia y, sobre todo y principalmente, en la panda de gilipuertas patrios que las practican quienes son multitud. Pero ¿Cómo es posible que exista en este país un día de todos los santos, un día de los difuntos, secularmente arraigados, unidos a nuestra personalidad, a nuestra cultura y que tengamos los santos huevos y el patetismo de cambiarlo por un edulcorante insulso y ligera vaina llamada halloween? ¿Es que nadie prefiere el misticismo de las meigas y los bruxos? ¿Qué pasa con ese humor negro cortante, seco y maravilloso de Espronceda? (Me gustan los cementerios de muertos bien rellenos) ¿Qué hay de las leyendas de Bécker, de las coplas de Manrique? ¿De esa tradición por el más allá tan ibérica? ¿Y nuestro don Juan, del amor inmortal? ¿Es que no resulta más tétrico y melodramático que cualquier cuentecillo juvenil en plan "Sé lo que hiciste el último verano? Pues no, parece que mola más lo insulso, las pijeces novedosas con crema de cacahuete¿Alguno pensará que en una aldea global como la que nos ha tocado vivir, tales afirmaciones rayan con el nacionalismo y aunque sobre otros menesteres pudieran tener razón, la verdad es que cuando se trata de cambiar lo verdadero por lo impostado se demuestra que vivimos en un tiempo donde reina la incultura. Somos analfabetos en cuanto a las tradiciones y eso, por mucho que se maree la perdiz, no resulta nada bueno. Porque uno se siente ciudadano del mundo, pero en todos los sentidos y por eso prefiere la tradición "romántica" de Zorrilla, de Larra, de Espronceda a la de el Hollywood de Pocahontas. También respeta, aunque le lleguen menos, a Lord Byron, a Mary Shelley y a los orígenes Stockheinianos de un día para los muertos; pero que todo tenga que tener el sello hortera y américano de "carente de contenido y para todos los públicos" no me cabe en la mollera.

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