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| Reportaje | El regreso de Naika |

«El pasado, prefiero dejarlo atrás»

Una semana después de que regresara a su casa tras once años de desaparición, la joven Naika Méndez se propone recuperar el tiempo perdido y olvidarse de la vida que ha llevado lejos de su familia

Ponferrada

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«Llegué en la noche de Hallowen, y mi hermana pensó que se trataba de una broma. Ni con la luz encendida me reconocía». Naika Méndez le dio un buen susto a su hermana Enma cuando en la madrugada del 1 de noviembre regresó a su domicilio familiar en Magaz de Arriba (Camponaraya), once años después de que sus padres denunciaran su desaparición y sin que nadie hubiera tenido noticias de su paradero en todo este tiempo. Naika, que ha cumplido los 27 años, llegó en taxi, y como no había nadie en la casa -sus padres tienen un familiar en el hospital- decidió esperar a la puerta de la vivienda, encogida de frío. «Mi hermana llegó con el coche a eso de las dos de la mañana -contaba ayer a este periódico, sentada con sus padres en el salón de su casa-, me dio las largas y se asomó para preguntar quién estaba ahí.» La escena que sucedió a continuación no pudo ser más surreal. Naika entró en el garaje y se dejó ver a la luz de la bombilla. «Pero seguía sin reconocerme. Yo tenía unas ganas enormes de darle dos besos y ella se escapaba de mí. Al final me vio la cicatriz que tengo desde los tres años al lado del ojo y empezó a creerme». Una semana después, la más pequeña de la familia Méndez Pestaña ya ha visto a sus otros dos hermanos mayores, a sus sobrinos, que residen en Madrid y a los que no conocía, y ha comenzado a contar a sus padres algo de lo que ha vivido desde que desapareció de Magaz con 16 años. De puertas para afuera, prefiere no decir nada. «Lo que tenga que venir, que venga, pero el pasado, pasado está -responde al periodista-, y prefiero dejarlo atrás». Su padre, Amable Méndez, reconoce cuando Naika no está delante que no le han preguntado nada, ni le ha reprochado nada, aunque «poco a poco, va contando algo». Y su madre, Enma Pestaña, asegura que en los últimos años «ha debido cuidar niños en casa de alguien» y poco más. Ambos, que llegaron a recorrer platós de programas de televisión como el recordado Quién sabe dónde de Paco Lobatón, tienen claro que ahora tienen que proteger a su hija, y dejar a un lado la curiosidad de la gente. Pocos confiaban en volver a verla, aunque su madre asegura que, al menos ella, nunca perdió la esperanza de recuperarla. «Les decía a mis hijos que si me ponía enferma, que la siguieran buscando». La familia no ha parado en la última semana de recibir llamadas y visitas de los vecinos de Magaz, un pueblo que en las fiestas patronales siempre dedicaba una canción a Naika.