Diario de León
Publicado por
MANUEL CUENYA
León

Creado:

Actualizado:

CUÁNTAS víctimas en este valle hecho de las lágrimas negras y sudores verdes. Pues el inocente nunca es del todo inocente ni siquiera culpable, aunque esto dicho así parezca redundante, salvo que hablemos de aquella Juana de Arco, que acabara chamuscada en la hoguera por los santos inquisidores de la sin razón, las bestias parlantes del cristianismo. La culpa es sólo un descubrimiento judeocristiano. La vejación que siempre son muchas, es como la norma de comportamiento que siguen quienes aspiran a someter a los demás. Tú ni te muevas, que te arreo tal paliza que te vas a enterar de lo vale un peine. Y no me mires con esos ojos de borrego degollado, que te vas a comer hasta los platos. El maltratador suele ser un ser acomplejado, con un bajo grado de autoestima, se dice desde el diván terapéutico, individuos que intentan mostrarse fuertes ante sus víctimas, y que en el fondo sufren y padecen como todos, pero a su modo. La procesión suele desfilar por su interior agusanado. Hace algunas semanas veíamos la película de Icíar Bollaín, Te doy mis ojos, en la que el castigador de turno se ensaña con su querida y santa esposa. Es ese afán de poseer a la otra persona lo que acaba reventando el compromiso marital. El matrimonio acaba convirtiéndose, en muchos casos, en un infierno, tal vez porque éste es algo postizo, un falso invento de los humanos, demasiado animales, por cierto. No creo en el casorio, aunque me lo vendieran envuelto en papel de oro, como tampoco creo en esa fidelidad tan cantada por la iglesia. La fidelidad, recordemos lo que dijera Erasmo de Rotterdam, sólo funciona a través de pequeñas infidelidades. El ser humano, que no es más que un mono y en ocasiones un monigote, suele transformarse en un mono perverso en cuanto da rienda suelta a sus instintos más primitivos y le dejan paso libre para que se cuele por la gatera del inconsciente colectivo. El ser humano, enfermo por el hecho de saberse mortal, necesita alimentar su ego podrido con los sufrimientos ajenos. Si yo sufro, que también se jodan los demás. Y el personal no andaría tan tocado y colgado del alerón, deambulando por los subterráneos apestosos de la atrocidad.

tracking