Diario de León
Publicado por
MANUEL CUENYA
León

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AUNQUE LA recogida de castañas en el Bierzo llegó a su fin a mediados de noviembre, en varias ciudades españolas, entre otras Madrid o Granada, seguimos viendo chiringuitos al aire libre en los que te asan unas castañas grandotas y desaboridas, unos castañones bravos que en el Bierzo no se atreverían a comer ni los jabalíes, y eso que estos animales tragan lo que pillan. Sólo faltaría que te dijeran que son del Bierzo porque se las acabarías tirando al morro. Pero como en estos sitios la gente no ha catado las bercianas, se zampan los castañones cual si fueran un manjar y se quedan como el pepe. Ocurre muy a menudo que cuando uno no conoce lo bueno, cree que lo insípido está sabroso. No está mal que el personal intente ganarse la vida vendiendo cucuruchos de castañas asadas, lo que resulta una aberración es que nos metan gato por liebre y traguemos. No sólo no te venden castañones sino que te los cobran a precio de oro. A uno no se le ocurriría comprar estas castañas por nada del mundo. Las castañas bercianas, asadas al tambor y acompañadas de un chocolate, un vaso de leche o uno de vino, resultan exquisitas. En el Bierzo tenemos una variedad que ya la quisieran estos asadores que vemos en ciudades de la geografía española, y aun en otras ciudades europeas. Nuestra variedad pared es muy sabrosa. En nuestra tierra, como vivimos en la abundancia de castañas, es probable que no les demos el valor que tienen, y las malvendemos por unos céntimos al diablo, que se las lleva al Levante, a tierras sureñas, y aun a otros pagos extranjeros, donde los nativos las pagan a pelo de conejo, porque saben que son un lujo. No hay nada peor que tener algo en cantidad para tirarlo por los suelos. En llegando la temporada de castañas en el Bierzo da pena ver al personal dejándose el lomo en la recogida. Es un esfuerzo considerable. Te espinas los dedos de las manos y te entra como un lumbago que te pone tieso. Luego de trabajar como un animalín y tener las castañas apañadas llegan unos tipos que te ofrecen una mierda. El mismo cantar de todos los años. La vida sube pero las castañas bajan. O esa es la impresión que tenemos. Que el kilo de castañas vale menos cada año o que no sube casi nada es la realidad. Sin embargo, los tipos que te ofrecen la cagada de turno hacen un negocio redondo a costa de tus castañas. Y si se te da por ir a los supermercados, te empaquetan el kilo por las nubes. Bercianín, no compres ni un cartón de bravones, que de seguro se te atragantarán.

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