Diario de León
Publicado por
MANUEL CUENYA
León

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GRANADA, norte y sur de España, ciudad mora en la que los viajeros se sienten como si estuvieran en casa. Incluso mejor. Los viajeros atraídos por lo árabe. Claro está. Ya no hace falta viajar al norte de África para saborear el mundo árabe, ese mundo ignorado, molido. Puesto a bajar de un burro, el burro-taxi que emplean en Marruecos para recorrer las medinas, esas ciudades perfumadas, con olor a leche de camella y té a la menta, que nos adentran en la Edad Media. Es extraordinario vivir al mismo tiempo en el presente y en el medioevo. Granada es como una ciudad norteña, nieve incluida como paisaje de fondo y frío polar en los meses invernales, en la que se come mucho y bien. Buenos embutidos. Jamón exquisito. Uno tiene la impresión de estar en el Bierzo. Y si a uno le apetece comer al estilo árabe, hay restaurantes en los que te sirven cus-cús, pastela y tajines. Y de postre pastelitos con miel y almendras, acompañado todo de un buen té moruno o pakistaní. A elegir. Los Arrayanes, por ejemplo, es un restaurante agradable. Estaría bien que en Ponferrada o en la villa de Bembibre, en la que aún vive un puñado de pakistaníes, a alguno se le ocurriera montar un restaurante o una tetería. Son las teterías lugares encantadores. Calderería Vieja y Calderería Nueva son calles atestadas de bazares y teterías. Recorriendo estas calles es como si estuviéramos en la Medina de Meknés. El barrio del Albayzín, origen de la ciudad, es un barrio árabe, mezquita incluida, que por sí mismo ya merecería una visita a Granada. Y luego están los cármenes y las vistas desde el mirador de San Nicolás, en el Albayzín, que se nos tornan como un sueño en el que las odaliscas se enroscaran a ti y te bailaran una danza del vientre. Los atardeceres de Granada, desde San Nicolás, suelen ser espectaculares. Hasta el ex presidente de los Estados Gringos, el afamado Clinton, es un enamorado de estos atardeceres. Suponemos que Bush, visto el amor que les profesa a los árabes, no debe pensar lo mismo que su antecesor. Como Granada es una ciudad mora, también proliferan los garitos en los que sirven kebabs. La calle Elvira, que es una de las más animadas de noche, está llena de estos restaurantes. Y como no sólo de pan y carne vive el hombre, sino de la espiritualidad que procura un buen libro -vaya cosas, Granada cuenta con alguna librería de ocasión en la que uno, por pocos euros, se puede llevar un buen libro. Y puede que hasta el librero conozca el Bierzo, como el tipo que regenta una librería en la Calle San Jerónimo, 13.

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