Diario de León

La copla del estrangulador de Ponferrada y la niña Soledad

Un «romance» anónimo conservado hasta nuestros días por la memoria popular recoge la trágica historia del primer asesinato de Monteagudo en la Ponferrada del año 1960

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Carlos Fidalgo - ponferradadl | ponferradadl | ponferrada
Ponferrada

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Cuando regresa la anciana/ y la puerta encuentra abierta/ no ve a la niña en la cama/ y se empieza a poner muy seria./ Mira todos los rincones/ que en la casa puede haber/ llama por su Soledad/ ¿qué ha podido suceder? . Lo que sucedió es que Soledad Sembranes estaba muerta, estrangulada en su casa de Ponferrada por un mozalbete de 16 años, y así lo contaba una copla popular hace 44 años. José Luis Monteagudo Blanco era aquel adolescente que en febrero de 1960 cometía un asesinato que conmocionaba a toda la provincia. Siendo la televisión cosa de potentados y sin que la radio y la prensa tuvieran la misma difusión que hoy, las noticias más escabrosas todavía iban de boca en boca por medio de coplas como la que este periódico ha rescatado de la memoria popular, en un momento en que Monteagudo, que en 1980 mató por segunda vez asesinando a un vendedora de libros en Columbrianos, vuelve a ser noticia después de que el pasado día 7 intentara quitarle la vida a otra mujer en León. Ocurre en Ponferrada/ este terrible suceso/ donde ya la pobre Soledad/ duerme el sueño eterno /, cuenta la copla en sus primeros versos, antes de que entre en escena la anciana Catalina, que cuida de la niña de 12 años y al volver de la iglesia, muy temprano, un sábado 23 de abril, descubre la cama vacía de su protegida. Desesperada se encuentra/ esta buena y noble señora/ avisa a algunos vecinos/ acude la gente toda./ Después de mucho afanarse/ y de rebuscarlo todo/ la fueron a encontrar/ en el fondo de un sótano/ que lleno de trastos viejos/ en aquella casa había,/ muerta y ensangrentada/ se encuentra la pobre niña./ Grandes gritos de dolor/ se oían al momento/ por la pena que ha causado/ terrible descubrimiento , continua la copla anónima que en aquellas semanas de 1960 se difundió por toda la provincia con el sencillo título de La niña de Ponferrada, vendida en cuartillas mecanografiadas por voceros y contadores de sucesos en lugares concurridos como el mercado de Astorga, de donde procede la versión recuperada por este diario. Monteagudo, gallego de nacimiento, tiene en los versos el perfil de los villanos de cuento, aunque la copla equivoca su origen y lo que narra no tiene nada de ficción. Un joven de aquel pueblo/ de 16 años de edad/ resultó ser el autor/ de esta monstruosidad./ Vigiló a la señora/ que a su cuidado la tenía/ y mientras estuvo en misa/ cometió su fechoría./ Trató de abusar de ella/la niña resiste siempre/ como si Dios le ayudara/ lucha contra el mozalbete./ Se defiende de tal forma/ de aquel fiero sin entrañas/ que al verse así burlado/ ya piensa en estrangularla./ Así se queda sin vida/ esta flor de azucena/ se va derechita al cielo/ llena de toda puerza. Y es que el crimen de la niña Soledad, como dos décadas después el de la joven vendedora de libros María García, de sólo 18 años, impresionó hondamente a Ponferrada. Tanto como para que al paso del reo por el puente Cubelos, la policía que lo ponía a buen recaudo tuviera que evitar un linchamiento por una multitud enfervorecida por la muerte de la niña. La aparición y el éxito de coplillas sobre el suceso se entiende mejor si se tiene en cuenta que un conocido fotógrafo de la ciudad llegó a vender en aquel año 1960 unas 13.000 copias de una imagen que retrataba una procesión de la reciente Semana Santa en la que aparecía casualmente la niña asesinada, según contaba Diario de León 20 años después, con motivo del segundo asesinato cometido por Monteagudo en Columbrianos. Y el funeral por Soledad fue una manifestación colectiva de dolor como se recuerdan pocas, cuenta la copla. Fue terrible en Ponferrada/ el dolor que esto ha causado/ demostrándolo en su entierro/ pues nadie allí ha faltado . Lo que no podía imaginar el anónimo autor de los versos, escandalizado por lo sucedido aquel 23 de abril de 1960 ( Que cosas más desgraciadas/ y que tristes Santo Dios/ imponen terror al mundo/ hacen perder la razón ), es que José Luis Monteagudo iba a volver a asesinar 20 años después, y que ya con 59 años cumplidos, ha estado a punto de hacerlo una vez más, la tercera. Afortunadamente, los gritos de auxilio de la mujer que arrendaba a Monteagudo el piso de León donde residía tras cumplir su condena, evitaron un nuevo crimen el pasado día 7. Pero esa es otra copla.

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