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Publicado por
MANUEL CUENYA
León

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AHORA QUE hemos descubierto que el vino, además de ser una bebida que gusta mucho a los bercianos, resulta beneficioso para la salud, no dudemos en obsequiarnos un vaso en cada comida que a lo mejor, y con un poco de suerte, nos hacemos fuertes como robles y no nos tumban ni las bombas. Ahora que en el Bierzo hay un vino excelente, como el Dominio de Tares, Cepas Viejas, debemos aficionarnos a chuparlo en comidas y cenas, echar un "vaixín" cada vez que nos dé por entrarle al jamón o a la cecina. En el Bierzo es habitual tomar vinos en las bodegas y bares de los pueblos y villas. La ronda, sobre todo los fines de semana, es algo que hacen muchos bercianos, incluso los rapacines que aún no están en edad de beber, o al menos que no están en edad de abotargarse de alcohol. Pero este es otro tema, que convendría tratar con más detenimiento. A los chavalines no suele gustarles el vino. No han mamao la cultura de la cepa. En cambio, se han "jartao" de coca-colas y fantas. También acostumbran a darle al calimocho, que es una mezcolanza un poco asquerosa de vino y coca-cola, a la cerveza y a los cubatillas. La generación de los más jóvenes no tiene por costumbre tomar vino en las comidas. Se hacen los abstemios en casa, delante de los papis, y luego pillan unas cogorzas del copón bendito cuando salen a la calle en busca de jarana hasta altas horas de la madrugada. Los jovencitos prefieren algunos licores que, mezclados con otros, resultan casi siempre explosivos para el organismo. Un poco de vino en cada comida sienta muy bien a cualquiera, salvo que el médico de turno te lo haya prohibido por alguna razón, porque el vino, si es de cosecha, te ayuda a digerir la comida, sobre todo si se trata de una comida copiosa en la que hay pulpo, callos o lacón con pimientos. Sabemos que en el Bierzo al personal le gusta comer mucho y bien. Las cosas con moderación, se decía antaño, no perjudican a nadie. Y algo de verdad debe de haber. No hay más que ver a señorines y señorinas, que rondan el siglo, y se conservan como mozos y mozas. Casi todos han bebido vino a lo largo de su vida. Incluso han trasegado muchos cántaros y no pocas cubas. Ahí los tenemos, más enteros que algunos guajes. Un vaso de vino tinto a tiempo evita que tu corazón se infarte. Aunque los excesos en la vida suelen pagarse muy caros. No conviene, pues, excederse en nada o en casi nada.