Diario de León
Publicado por
CÉSAR GAVELA
León

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AHORA QUE pasa por momentos dolorosos, tras la muerte de su madre, y que más que nunca tiene el afecto de sus amigos, tantos, de sus familiares y de muchas otras personas, es tiempo y justicia de hablar de Miguel Varela, gran ponferradino, berciano de nación, pero sobre todo cosmopolita ciudadano del mundo y de España. Miguel Varela es el director del Teatro Bérgidum y el alma de muchos otros empeños ejemplares, y se está labrando con ilusión y trabajo, con talento y sosiego una espléndida biografía en su ciudad natal, y todo sin hacer ruido, armado con armas nobles, la primera de todas ser fiel a sí mismo, a sus proyectos culturales, a sus días difíciles, al rigor del riesgo, a la lluvia y a la niebla, a su curiosidad renacentista, y a su ciudad, que es la nuestra. Miguel Varela supo esperar, y mientras esperaba trabajó en muchas cosas, algunas muy estimulantes, como aquel semanario La Comarca , satinado y estupendo, que los ciudadanos no compraban, oh miserables. Miguel hizo todo lo que en Ponferrada se puede hacer, y lo hizo bien y dejó una marca muy alta. Teatro, radio, periodismo, vídeo, paisajes, historia, gentes..., y aunque durante algunos años el tiempo parecía que iba por un lado, y el mundo por otro, y Miguel por un tercer camino, mucho más angosto, no tardó en suceder que los tres itinerarios se fundieron en uno sólo, allí convergía todo armoniosamente, y ahora Miguel Varela es lo que merece, aunque su techo está muy alto, dentro o fuera del Bierzo. Y tan alto como su techo es su honestidad, su simpatía, su calma de sabio. Del que no ignora que los años acaban poniendo a cada cuál donde se merece, y Miguel Varela se merece lo que ya tiene: ser el eje cultural de Ponferrada, supongo que también del Bierzo, la persona clave con el entusiasmo intacto. El hombre al que todos llamamos, nuestra central de comunicaciones y realidades, de más de un sueño compartido. Varela laborioso y humorista, educado, inteligente y duradero, que siempre está donde tiene que estar, y eso que le gusta pasar desapercibido. Y vive en París y Londres también. Y en Madrid y en Barcelona. A veces incluso en Nueva York. Y todo eso, casi siempre sin salir de Ponferrada. Cinéfilo insaciable, rey de los lectores, forofo de la danza, melómano universal, oteador de las vanguardias, envenenado del teatro, gastrónomo jacobeo, poeta secreto, amigo de los amigos, narrador omnisciente del Bierzo y sus diásporas y transeúntes, analista, navegante memorioso, timonel de la ironía. Ruega por nosotros.

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