Huida hacia arriba

EN LA CAPITAL del Bierzo, paraiso de las prejubilaciones subsiguientes a diversos procesos de reconversión industrial, van a levantar el primer rascacielos de Castilla y León, tierra sometida a un intenso proceso de despoblamiento, y bajo mínimos la fecundidad. Se quejan hoy en el Hospital Comarcal de la escasez de sangre. Da igual que la valoración sea anacrónica o sinccrónica, el diagnçostico de todos los analistas habla de exigua vitalidad y declive generalizado del crecimiento vejetativo. Podrían ponerlo en Valladolid, nivel VI, que es donde ponen casi todo, pero lo ponen en Ponferrada, nivel IV, 63.ooo habitantes, que lo poco que crece lo hace en detrimento del entorno, como todos los espacios urbanos depredatorios y parasitarios: «La llanura está triste y solitaria, la ciudad se la come». Nada menos que un edificio de 28 plantas, con una superficie construida de más de 21.000 metros, más de cien viviendas y oficinas y un hotel con más de cien camas. Vive Dios que me espanta esta grandeza, a no ser que haya ocultas seguras prospecciones, proyectos sólidos y estables de consolidación del semidesmantelado tejido industrial, algún propósito de enmienda presupuestaria para esta zona periférica, algún intento de ordenación del territorio, de coordinación de políticas convergentes hacia algo concreto, un nuevo parque de bomberos, mayormente para estar « a la altura», etc. Ya sabemos que para algún nacionalista-bercianista de vía estrecha, la torre no es lo bastante alta. Yo no sé si resultará una burbuja o un pelotazo, pero siento nostalgia de cuando, en tiempo del alcalde López Gavela, surgió en el corazón de Ponferrada una ciudad de servicios, en el polígono de las Huertas, con su puente, su parque público, grandes avenidas y espacios de aparcamiento gratuito, centro comercial, palacio de justicia, casa de la cultura, edificio de la policía, centros de enseñanza pública, viviendas cooperativas. Ni un solo espacio para la especulación. Entonces éramos pobres.