MEPIROLAUNI
Repugnantes tipejos
EL PAISAJE resultaba desolador y terrorífico. No quedó nada, ni si quiera las nuevas deportivas de baloncesto que Alejandro Rivas Cantón lucía todo orgulloso esa mañana rumbo al colegio como regalo de su padre, Enrique, por su cumpleaños. No veía la hora de llegar y estrenarlas durante el recreo. De hecho esa noche las había dejado a los pies de la cama para contemplarlas todo orgulloso antes de dormirse en una mezcla de orgullo y fascinación propias de sus nueve años. Desayunó mal por la impaciencia y ni si quiera se acabó los restos de la tarta que habían sobrado de la fiesta de cumpleaños de la tarde anterior. Por eso tuvo que soportar las quejas y gritos de Marga, su madre. Como todos los días Enrique y él pillaron el cercanías a las 7,15 hasta Atocha. Mientras Enrique intentaba rematar de una vez por todas el último premio Planeta mientras pensaba en la reunión de las doce, Alex, como le llamaban, fardaba de calzado con el Charly y el Lucas, dos gemelos pecosos del barrio un par de años mayores que Alex quienes como él pillaban a diario ese cercanías para llegar a clase. Y fue entonces cuando explotó el tren que los desplazaba. Y fue entonces cuando también estalló el cercanías del barrio de Santa Eugenia. Y fue entonces cuando estalló el tren que pasa por el Pozo del tío Raimundo. Y como ni Alejandro Rivas Cantón, ni su padre Enrique, ni el Charly ni el Lucas existen más que en estas líneas de ficción que me acabo de inventar, pues a ellos no les pasó nada pero sí a todos aquellos Alejandros, Enriques, Charlys, Lucas, Marías¿, que a primera hora de la mañana cogieron el cercanías para acudir a trabajar o al colegio. Doscientos muertos, más de quinientos heridos y el terror absoluto. Como en todo drama, detrás del atentado más cruel de la reciente historia de España, existen miles de historias que se polarizan y bifurcan. En Ponferrada, sin ir mas lejos, como en el resto de la hesperia, muchos son las familias que, amén de la solidaridad y el dolor por este magnicidio, se han visto implicadas de manera más cercana y han suplicado angustiados porque a ese hijo que tienen estudiando en Madrid, a ese hermano que vive cerca de donde acaeció el suceso, a ese primo con el que estuvieron la semana pasada¿, no le haya pasado nada. Y no, no ha sido un terremoto, ni una negligencia, ha sido por la explosión calculada de unos artefactos o bombas colocados estratégicamente por unos repugnantes tipejos (ETA) que no pertenecen a nuestra raza, la humana.