Diario de León
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León

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UN AÑO MÁS la fiesta del árbol en el Campus de Ponferrada en honor a los estudiantes de forestales. Cursi obviedad: parece que fue ayer cuando celebrábamos dicha efeméride el año pasado teñidos de luto por el Prestige. La moda de lo irracional disfrazada de normalidad desde los micrófonos del gobierno convivía con la indignación de la plebe y con sobredosis de humanidad y solidaridad. Sin embargo este año parece distinto, seguimos de luto por asuntos dramáticos, lloramos a nuestros últimos y santos inocentes de la facción islámica que se erige como horda cautiva y extremista de Alá pero ilusionados ante el presunto cambio que hemos elegido en sufragio. El 11M supuso la gota que colmó el vaso, espetaron los más diez millones de hoplitas con su voto al PSOE en unas elecciones, cuando menos, peculiares por las circunstancias. Y en ese contexto emocional, que nadie menta, se celebra este día de la naturaleza, esta tarde de campo, bucólica, ilusionante para muchos por el qué vendrá. Los veteranos son un año más viejos y los novatos estrenan disfrute etílico poético en este simulacro de pradera, acotada y encerrada entre los nuevos edificios del Campus, que no es la de San Isidro y ni si quiera se le parece pero que para la celebración les vale. Sidras, cevezas, calimochos y bollos preñados en un soleado día de los de enmarcar para el recuerdo. Suenan los Beach Boys a pachas con Los Rodríguez. Las niñas, como todos los años y gracias al permiso de la intemperie, lucen más misura y menos ropa invernal. Y uno, como todos los años tras el vino español y la tertulia, se acuerda que tiene que enviar el artículo al periódico y por culpa del furor etílico no sabe muy bien qué poner pero, paradoja, lo tiene claro. Sabe que no se puede olvidar de cuando tal evento se hacía a la entrada del campus cuando éramos menos. Y se da cuenta de cómo ha crecido esto, y se acuerda de que su compañero de piso del primer año, quien le mostró toda esta movida, Pablo Pino, con sus veintimuchos ha tenido un hermanito, se ha marchado a Salvaterra a conocerlo (un nuevo Xurxo en el mundo, enhorabuena campeón, para ti y tu familia) y por eso sólo está aquí en el alma. Gaspar esta vez no toca la gaita ni los Djembés. Bueno, menos mal, veo a los vitelloni tó mamaos y a los asturianos idem. A los de siempre, como siempre. Hay cosas no cambian y seguro que este año tampoco me surge un romance para que recuerde este día como el mejor de mis mocedades.

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