Espacios naturales
EL TRIBUNAL Superior de Justicia de Castilla y León ha decidido dejar a la sierra de la Encina de La Lastra fuera del Plan de Espacios Naturales Protegidos. Quizá la Consejería de Medio Ambiente del gobierno regional sea la más sorprendida por una sentencia sorprendente, una más, ante la que la Junta de Castilla y León ha tardado varios meses en reaccionar, manteniéndola en un vergonzante secretismo. La sierra de La Lastra es un espacio natural con una extraordinaria diversidad desde el punto de vista medioambiental, compartido por Valdeorras y El Bierzo, zona delimitada en la propuesta Regional de Lugares de Importancia Comunitaria (LIC). Era previsible su integración en la Red Natura 2000, pues ya había sido declarada, provisionalmente, como espacio natural en régimen de protección general por sucesivas Ordenes de la Xunta de Galicia, en el año 2001, de acuerdo con el Decreto del año 1989 que regula la figura de espacio natural protegido y crea el registro en el que se incluyen aquellos territorios de interés natural, cuya conservación es necesario asegurar. En esta zona de gran riqueza natural figura un único espacio, paisaje eminentemente calizo, con orografía rocosa de grandes desniveles, con endermismos o subendermismos vegetales únicos en el mundo, con hasta veinticinco especies de orquídeas diferentes y ciento sesenta especies de vertebrados inventariadas, como pueden ser el águila real y el buitre blanco, lo que justifica que sea la única zona de especial protección para las aves, en los territorios conocidos como la Galicia interior. Teniendo en cuenta que, por pura definición, las políticas de protección ambiental son indivisibles, el desconcierto ante la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Valladolid, tampoco tiene fronteras y llega incluso hasta Santiago de Compostela, que ve desautorizada su política para esa biogeografía, incluidas las colonias de murciélagos que hallan cobijo y sustento en las numerosas cuevas que existen en la también llamada sierra de Rubiá. Más suerte han tenido por el contrario en la localidad de Pardamaza, donde del Tribunal Superior de Justicia de Asturias ha ratificado la prohibición para la instalación de una minicentral hidroeléctrica, por su impacto paisajístico negativo y sus efectos perniciosos sobre la flora y la fauna de «el otro lado de Gistredo».