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Publicado por
CÉSAR GAVELA
León

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PONFERRADA se vende, quiero decir que se promociona. Ponferrada busca su lugar al sol o a la sombra allende Manzanal y Piedrafita. Ponferrada busca la fama, la gloria, el ruido mediático y hace bien porque sin ruido en España no hay nada, que nunca se supo de país que más odiara el silencio, lo que por otra parte es una sonora desgracia. Durante siglos Ponferrada fue poca cosa. Una villa remota del noroeste, un lugar de paso, un abrevadero. Ponferrada era un hombre que vendía vino, y otro que era rentista, y otro que sacaba muelas, y otro que era cura, y las mujeres de todos ellos, la del cura también, y los niños, y algún pastor y no mucho más. Evidentemente, con esos mimbres no se podía hacer gran cosa, pero hubo entonces un ponferradino (nacido en Villafranca) que levantó un mundo. Para ello tuvo que recurrir al pasado porque su presente le daba poco, y así fue como Enrique Gil y Carrasco inventó la Ponferrada de los templarios embelleciendo mucho al pequeño burgo peregrino que fundara el obispo Osmundo. Desde entonces Ponferrada ya no olvida su tiempo más antiguo. Lo recuerda cada día. Casi cien años después de nuestro padre don Enrique, la población mercader y ferroviaria empezó a construir su segundo gran molde. Del medievo recreado pasó a la revolución industrial. Ponferrada se hizo ciudad de porvenir y de mineros,de prostíbulos y de forasteros, aquel «pequeño Dallas» que dijera Juan Benet, que fue vecino suyo. Y a la par que el «pequeño Dallas» Ponferrada también fue la heroica capital del maquis y sin duda lo sigue siendo, bajo el patronazgo del guerrillero Manuel Girón. Vinieron después tiempos que la ciudad recorrió discretamente, en el último franquismo, y luego ya muy bien gracias a los alcaldes democráticos, a todos ellos. Y gracias a los ciudadanos, claro. Ponferrada se hizo urbe de verdad y ahora emprende su venta moderna. Porque la ciudad es vasta y bien equipada, limpia y luminosa pero falta la nueva leyenda, y por ahí es donde se trabaja. Leyenda que el Ayuntamiento, con buen criterio, trata de situar en el mundo del cine, con un festival apoyado en la escuela universitaria, y que Luis del Olmo pelea espléndidamente para convertirla en la Ciudad de la Radio, un empeño que no termina en el museo. Y si todo esto fuera poco, nuestro amable y cumplidor paisano el presidente Zapatero ofrece la Ciudad de la Energía. Ponferrada, Ciudad Jacobea, de los Templarios, del Dólar, del Maquis, del Cine, de la Radio y de la Energía. ¿Alguien da más?

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