Diario de León
Publicado por
MANUEL CUENYA
León

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ESTAMOS VIVIENDO el invierno perpetuo. Cuando algunos creían que éste iba a ser un invierno corto y suave, la realidad temporal nos ha dado, ay, con la puerta en las narices: un buen trancazo. La primavera no acaba de llegar al Bierzo, al menos no parece haber llegado al Bierzo Alto tal como nos gustaría a algunos. Esa primavera hecha de días azules y hojas que brotaran en los campos floridos de nuestras ensoñaciones. El Bierzo nos sigue mirando con ojos nevados y lluviosos cual si estuviéramos en Navidad. Aprovechando este tirón invernal, podríamos prolongar, ya de paso, la fiesta navideña. Q ue las montañas de Gistredo y La Guiana sigan aún nevadas nos da como ese aspecto tirolés, que incluso nos embellece. Es como si viviéramos, al más puro estilo de Heidi, en medio de una bella postal campestre. Mas cuando a uno le entra el gripazo a resultas, claro está, del puto clima que sufrimos, la estética tirolesa, y aun otras estéticas, se nos atragantan, y se nos vienen abajo. No salimos de un trancazo y entramos en el siguiente. Y así no se puede vivir tranquilo. Llevamos varios días estornudando frialdad. A ver cuándo la espantamos porque empezamos a hartarnos. Al final, lo importante, lo único importante es la salud. Sin salud uno está perdido. Salud, dinero y amor, dice el refrán. Que cada cual ordene las palabras de este dicho como crea conveniente. Pues sobre gustos hay mucho escrito. Y más que se escribirá. A uno, aunque berciano, no le acaba de sentar nada bien este clima de fríos y brumas. Una desgracia como otra cualquiera. Qué se le va a hacer. El clima, en cierto modo, determina el carácter de la gente. Y el berciano, bien lo sabemos, se nos muestra casi siempre morriñoso. «Eres un morriñoso», te solían decir cuando eras un rapaz enclenque. El adjetivo morriñoso no sólo se utiliza en el Bierzo cuando alguien es tristón sino también cuando una persona es debilucha. En vez del eterno invierno leonés, pues el Bierzo, se diga lo que se quiera, no deja de ser un León en ocasiones dulcificado, sólo en ocasiones, seguimos prefiriendo la eterna primavera de Cuernavaca, ese clima en el que no sientes frío ni calor, que por lo demás te ayuda a no resfriarte. Puestos a elegir, a qué tonto le amarga un dulce. Algunos, a buen seguro, estarán pensando que una eterna primavera también podría acabar siendo muy aburrida. Vale. Pero donde esté una eterna primavera que se quite un eterno invierno. De repente parece que el tiempo cambiara.

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