Guerras de catapultas y bombardas

Arrojaban piedras, fuego o animales muertos para propagar la peste. Disparaban primitivas balas de cañón de roca, flechas, y a finales del siglo XV sirvieron para que los soldados de los Reyes Católicos, envueltos en una de las últimas disputas dinásticas que asolaron los reinos peninsulares durante el Medievo, tomaran la ciudad de Ponferrada. Reproducciones de aquellas armas, que algún caso incluyen piezas originales como la caña y la recámara de la bombarda aparecida en las excavaciones arqueológicas del castillo, pueden verse desde ayer en el Museo del Bierzo. La muestra, fruto del trabajo artesanal del carpintero y escultor Gil del Pozo, permanecerá abierta hasta final de año y es la aportación de la capital berciana a los actos de conmemoración del quinto centenario de la muerte de Isabel la Católica. Corría el año de 1486, y los monarcas que acabarían tomando Granada y unificando bajo su mando todos los reinos de España, andaban enfrentados con el conde de Lemos, titular entonces del castillo de Ponferrada. Con catapultas como la reproducción en madera de roble y 400 kilogramos de peso que exhibe el Museo, y con bombardas -antecedente de los cañones- como la encontrada en las inmediaciones de la llamada Cueva de la Mora del castillo y completada con el trabajo de Del Pozo, logró la soldadesca real vencer la resistencia de la fortaleza. Del Pozo, que ha dedicado en torno a tres meses por pieza, ha usado maderas viejas, herrajes y clavos usados en poleas antiguas, y tensores de cuerda, para dar a sus artefactos la apariencia de una verdadera antigüedad. La muestra está formada por tres piezas a tamaño natural -el Museo reproduce un escorpión o ballesta con las dimensiones de una moderna pieza de artillería, además de la catapulta y la bombarda- y dos a escala que su creador pone a la venta, también incluye una vitrina donde se recogen los distintos tipos de jinetes armados de una época en el fondo tan convulsa como la nuestra.