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Publicado por
MARÍA AÑÍBARRO
León

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FUE UNA interesante reunión, plumillas y gente del sector del vino, cada uno en su papel. Empezamos hablando de las malolácticas en barrica y de las cepas viejas de mencía y acabamos valorando la imprecisión de vocabulario que existe en la cocina, y la escasa definición de estilos de la misma, sobre que los propios cocineros no saben definir su propia cocina, sobre la figura del cocinero como esencia de una cocina, cuestiones que ha diferencia del mundo del vino, están indefinidas. Hablamos de lo berciano, de lo que se hace aquí día a día, para algunos de los presentes no veían más Bierzo que el del botillo. La conversación dejaba entrever que aún no se valora lo que estamos haciendo aquí en el Bierzo, que se ha mirado y se mira con desconfianza, como si tuviésemos alguna ventaja, la única a mi juicio es el carácter emprendedor y vitalista que nos diferencia de la meseta. Catamos diferentes vinos, los que han dado nombre al Bierzo como zona revelación, para mí auténticos perfumes, francos y limpios, no todos compartían mi opinión que los analizaron desde los parámetros ribereños, ante mi silencioso asombro. Siempre se habló mal de nuestros vinos, los manidos y cansinos comentarios, poco color, poca estructura y exceso de acidez. Creía que después de tres años se había demostrado que esto no era así, que realmente existían evidencias de peso. La reunión siguió adelante con más vinos y condumio, comentando las nuevas plantaciones de viñedo, las variedades foráneas que podrían mejorar a la mencía e incluso variedades poco valoradas de otros puntos de Castilla y León, entre otras de nuestra vecina Prieto Picudo o la Juan García. Variedades siempre a la espera de que aparezca un fly wine maker y elabore algo grandioso que sirva de trampolín hacia la fama. Después de rebatir, llegamos a una conclusión insospechada para mí. Realmente ahora mismo en todos los puntos de España se están haciendo buenos vinos, según los gustos del público, y los parámetros diferenciadores no serán tanto las denominaciones, puesto que las elaboraciones serán comunes a todas las zonas. La distinción vendrá de mano de la imaginación para crear productos atractivos, vendiendo la figura del enólogo,de famosos arquitectos que diseñan bodegas futuristas o de etiqueta como obras de arte. Nos espera un gran teatro, en el que se valorará el espectáculo más que la historia particular que encierra cada botella.

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