Diario de León

| Reportaje | Lío en Nouahdibou |

De Villarbón, a la última parada de las pateras

Las peripecias de Miguel García «Yuma» en torno a las mafias de la inmigración africana provocaron su retención en Mauritania

Miguel Yuma, el pedáneo de Villarbón, con su guía mauritano durante su estancia en Nouahdibou

Miguel Yuma, el pedáneo de Villarbón, con su guía mauritano durante su estancia en Nouahdibou

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R. Arias - ponferrada
Ponferrada

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A Miguel García, Yuma, su plácida vida en Villarbón, un pueblo de Los Ancares que él ha ido rescatando de su abandono, le debe parecer de tanto en cuando demasiado sosegada, incluso aburrida. Por eso cada vez que «salta» el estrecho se zambulle de cabeza en truculentas aventuras que casi siempre tienen que acabar con la mediación de las autoridades diplomáticas. Le sucedió hace semana y media en Nuachok, la capital de Mauritania, donde la policía le mantuvo casi 48 horas retenido en una comisaría bajo extrañas acusaciones. Y también hace dos años, con un acento mucho más grave, cuando intentó poner a «salvo», a su particular estilo, a la popular Aicha Embárek, la joven saharaui que buscaba su retorno al Bierzo para seguir viviendo con su familia adoptiva en Vega de Espinareda. En aquel episodio, tras su detención, el pedáneo de Villarbón llegó a ser acusado de secuestro. Esta vez, en cambio, Yuma relata mucho más desenfadado su convivencia forzosa con las autoridades policiales de Mauritania. Sobre todo, porque al cabo de unas horas quedó claro que durante su estancia en Nouahdibou -«la última frontera de la pateras», afirma- no había tenido nada que ver con las redes que organizan el desembarco ilegal de cientos de subsaharianos en las playas andaluzas o en las costas de Fuerteventura. «Me detuvieron y me trataron correctamente, pero en cuanto intervinieron los agregados de la embajada, gracias a que durante el cambio de guardia pude hacer una llamada a mi familia, entonces el trato fue deferente y me liberaron de inmediato», explica. En realidad Yuma había viajado dos meses atrás para hacer turismo y acercar cincuenta kilos de medicamentos a unos amigos médicos en el nuevo hospital del Nouahdibou. Pero la leyenda de esta ciudad, apodada como «Le Bouchon», el tapón en el que miles de subsaharianos esperan la oportunidad de obtener dinero para pagar a los «negreros» que fletan las pateras desde las costas marroquíes, le llevó a dejarse ver demasiado. De ahí tal vez la confusión surgida con la policía al intentar tomar el avión. Ahora, tranquilo de nuevo en Villarbón, Yuma no descansa. Quiere regresar, pero cargado con la ropa de cama que desechan los hospitales de la provincia para mejorar las condiciones del centro hospitalario de Nouahdibou. ¡Peligro! Ya ha empezado a moverse y busca colaboración.

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