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El plazo de matrícula se abre el próximo día 15 y los cursos comenzarán el 22 de octubre LA GAVETA

La Uned abre un programa de tecnología para la administración y la empresa Metodología mixta y expertos La otra fiesta

Consta de ocho cursos dirigidos a profesionales en la que se utilizarán las últimas tecnologías

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Publicado por
G. Fernández CÉSAR GAVELA - ponferrada
Ponferrada

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Fiel a su clara implicación social, el centro de la Uned en Ponferrada -junto con el aula que funciona en San Andrés del Rabanedo- desarrollará el próximo curso un programa de extensión universitaria sobre la tecnología aplicada a la administración y a la empresa. El programa está dirigido a profesionales que desarrollen su actividad en el ámbito tecnológico y de gestión de empresas y entidades públicas, que estén interesados en actualizar conocimientos y profundizar en las últimas tendencias en estas áreas. El programa, asimismo, resulta de gran interés para los alumnos de la Uned de los últimos cursos de carreras técnicas (Ingeniería, Arquitectura) o relacionadas con la administración, como Económicas y Derecho. Según apuntaron ayer los responsables de la Uned, José Luis García Prieto y Jorge Vega, con este programa se pretende acercar a la empresa y a la administración pública las últimas tendencias en el ámbito de la tecnolgía aplicada. Para ello, el programa parte de premisas muy claras: programas de calidad, plenamente actuales, con un alto grado de especialización y con un carácter eminentemente práctico. Cada curso acogerá a entre 15 y 25 alumnos y el plazo de matrícula es del 15 de septiembre al 15 de octubre. El programa comenzará a partir del 22 de octubre. En cuanto a la metodología, los cursos combinan en un alto grado la presencialidad con el uso de nuevas tecnologías que permiten distintas modalidades de asistencia: presencial, videoconferencia o curso virtual por internet. El programa incluye ocho cursos. Dos de ellos son de doscientas horas con 150 presenciales y el precio de la matrícula es de 750 euros. Estos dos en concreto son: Administración de sistemas informáticos y desarrollo de aplicaciones modulares en entornos corporativos y Diseño y cálculo de estructuras metálicas. Los seis cursos restantes constan de sesenta horas lectivas, cincuenta de ellas presenciales y la matrícula es de 250 euros. Estos cursos son: Administración de sistemas Unix en red, Radiocomunicaciones: tecnología y aplicaciones, Diseño y cálculo de estructuras metálicas sometidas a la acción del fuego, Aplicaciones informáticas para la administración de empresas y entidades públicas: aspectos contables y fiscales, Calidad total: modelo europeo de excelencia empresarial y Prevención de riesgos laborales en el sector de la construcción. Serán impartidos por un plantel de diez profesores expertos en nuevas tecnologías. Todos los cursos tienen un carácter eminentemente práctico, dado que se busca preparar al profesional para que pueda aplicar de forma inmediata las técnicas aprendidas y también pretenden optimizar los procesos empresariales para reducir costes. HUBO UN tiempo en que Ponferrada toda era para mi una fiesta interminable. Fiesta grande y humilde de cada día, de cada hora, de cada minuto y eso que yo entonces no tenía nada. Yo era un mozo de diecisiete años, de familia de clase media venida a menos. Una familia feliz que se gastaba casi todo el dinero en pagar colegios y en comprar libros y periódicos. Yo era un tipo probablemente bondadoso y romántico, también algo ridículo. Tenía poco dinero, en realidad ninguno, y amigos también tenía pocos, porque ellos se habían ido de Ponferrada justo cuando yo volvía de un internado religioso, envuelto en brumas metafísicas y en confusiones elementales. Tuve, pues, que buscarme el tiempo nuevo en Ponferrada. Y, ya puesto a buscar las horas que mejor me convinieran, decidí también buscarme la fiesta. La fiesta posible cuando no hay fiesta oficial. Cuando no hay gaiteros, ni carrozas, ni circos, ni reales de la feria. Me busqué la fiesta con todo en contra: fuera de época, fuera de mis posibilidades, a solas. Y algo encontré, yo creo que mucho. Porque todo es relativo. Encontré vivir en fiestas cada día en Ponferrada cuando Franco mandaba, cuando ir a León eran dos horas de peligros y de las infames cuestas del Manzanal. O creí que encontraba esas fiestas, que viene a ser lo mismo. ¿Y qué es lo que hacía? Pues algo bien sencillo: observar a la gente. Disfrutar de ese placer que nunca muere, y que crece con los años: el placer contemplativo. Porque para mí era una fiesta pasear por Ponferrada, por sus barrios más alejados sobre todo. Disfrutar de aquellas estampas preindustriales que todavía se podían ver por las calles viejas de la villa y también curiosear la vida brava que se abría paso en las barriadas de los inmigrantes. Y es así como todo se fue volviendo fiesta, también algo tan corriente como ver llegar al tren de Villablino: una fiesta de cada día que jamás me aburrió. Porque nunca dejé de ver con emoción el humo blanco dibujado al final de la vía férrea, y luego el fulgor de los metales rojos y negros, y el estruendo fabril de la locomotora varada junto al andén. Caigo ahora en la cuenta de que este artículo se ha vuelto interminable. Y es que yo pensaba evocar otras fiestas que también vivía entonces, otras Encinas que me alumbraron, pero cada una se llevaría por delante una columna. De palabras. Y termino: para recomendarles vivir la fiesta cada día. Ahora no hay locomotoras de vapor, pero hay otros encantos y hay que saber mirarlos.