Diario de León

NOCIÓN PERSONAL

Un día del Bierzo raro, raro, raro

Publicado por
ALEJANDRO J. GARCÍA NISTAL
León

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SAN FERMÍN en Pamplona, la Moreneta en Barcelona, el Pilar en Zaragoza y así hasta llegar a nuestra Virgen de la Encina. No existe lugar en España que se precie que no cuente con su venerada santidad. Y a la creencia religiosa siempre le va unida una cultura, una corriente de tradición y conocimientos que conforman la forma de ser de los pueblos. Quítale la religión a un país y lo abandonas a la abulia intelectual más inhumana posible. Nosotros tenemos a nuestra Virgen, nuestro Día del Bierzo y una cultura propia muy rica y enraizada. Es decir, lo tenemos todo para ser algo en el entramado políticoadministrativo actual. Y el caso es que tenemos un Consejo Comarcal de la ilusión, una ciudad capital del anhelo y unos representantes públicos oníricos. Pero todos estaremos en la misa del Día Grande. El juntero de turno sonriendo, el de la Dipu recordando nuestra sacropertenencia al más allá del Manzanal, Riesco de tiros largos, el de Igüeña dando una ofrenda a pesar de no creer en vírgenes y cristos que lo fundaron, los peperos divididos en dos facciones irreconciliables, los sociatas con ocho familias revolviendo el gallinero, los bercianistas con la extremaución solicitada que el obispo don Camilo a buen seguro no tendrá inconveniente en dar, Tarsi como don Quijote con sus comunicados versus libros de caballería, los empresarios de la pizarra tirándose la idem, los constructores y especuladores decantándose o por La Rosaleda o por el Barrio de Los Judíos, los mineros encomendándose a San Vito Alonso o a San Lamelas Viloria y afines para seguir comiendo del oro negro berciano. Los bares y terrazas, los macroconciertos del auditorio, la vendimia y frutales, y hasta los niños de CIMA, juramentan a su manera por la lluvia no invitada a la fiesta. Todos, incluso muchos que aquí me olvido, olvidan, como en la canción de Serrat, por un día sus cuitas y guerras para celebrar la fiesta. ¡Qué bien nos llevamos todos! ¡Qué buenines somos hoy! Y la Virgen de la Encina, acogiéndonos en su manto mágico, santo e imaginario, pensará una vez más: «Pero qué brutos sois los bercianos, y sin embargo, sois mis hijos predilectos y aquí estáis una vez más. Siempre me tenéis a vuestra disposición, pero recordar que existo todo el año, y no sólo hoy».Y así, el día festivo finalizará con las barrigas llenas, los trajes algo arrugados y las cabezas llenas de promesas y buenas intenciones que al día siguiente, como la resaca, se irán disipando a golpe de vivencias cotidianas. Pero eso sí: ¡Viva el Bierzo y la Virgen de la Encina!.

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